El pasado mes de abril, con 54 votos a favor, el Senado aprobó la iniciativa que permitirá a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para que transiten a transformarse en un partido político, una vez que depusieran las armas.
Las FARC fueron fundadas en 1964 por un grupo de izquierda, autoproclamado e inspirado en una ideología marxista-leninista cuyo objetivo era y ha sido derrocar al gobierno democrático de aquel país.
Desde su nacimiento reclutó jóvenes y muchos de ellos menores de edad empleando a la guerrilla como se estrategia de ataque.
Según el Ministerio de Defensa se estima que le integran algo así como 17 mil elementos.
En sus inicios esta guerrilla se desarrolló en espacios rurales, en donde intimidaban a vecinos de comunidades y cobraban derecho de paso por los caminos en la selva colombiana.
En aquella década de su fundación coincide con la guerra de Vietnam, fenómeno que detona el consumo de drogas en Estados Unidos, lo que origina el el inicio de la producción de coca en gran escala.
Sus operaciones, con el paso de los años, los llevó a empezar a tener actos de guerrilla urbana. Podría decirse que, en ese sentido, las FARC han sido un grupo que ha innovado sus sistemas de sobrevivencia como grupo armado.
Conforme los gobiernos federales de aquel país pasaban y cada uno hacia distintos esfuerzos por bloquear sus actividades, fueron pasando de aquella guerrilla rural a ir sobornando, primero a empresarios ya ubicados en zonas urbanas y después a personas físicas, generando una zozobra y lo que todo grupo terrorista pretende, poner en jaque al gobierno.
Ambas amenazas evolucionaron durante los últimos 30 años del siglo pasado, de tal forma que las FARC encontraron en el narcotráfico a los aliados ideales: generadores de capitales de capos como los que tenemos en México que empezaron a a financiar las actividades guerrilleras, pero también terroristas.
Los capitales del narcotráfico les permitió equiparse, como sucede en México con los cárteles, pero con la diferencia de que entraron a un intercambio rentable.
Las FARC empezaron a contar con armamento y bombas para migrar de la guerrilla al terrorismo, asesinando personas civiles, funcionarios de gobiernos y empresarios, a tal grado que llegaron a acumular mas de 5 mil personas secuestradas y desde entonces hasta la fecha negocian rehenes a cambio de guerrilleros detenidos.
Al inicio del siglo XXI las FARC enfrentaron quizás a su oponente mas inteligente, el expresidente Uribe quien implanto un plan con seis componentes estratégicos, que a su vez consideraban un conjunto de líneas de acción y programas:
Lucha contra el terrorismo y el narcotráfico; fortalecimiento de la justicia y promoción de los derechos humanos; apertura de mercados; desarrollo social integral; atención a la población desplazada y desmovilización, desarme
y reintegración.
Los resultados de la intervención de Uribe fue que logró unir a los poderes de la unión de aquel país para iniciar una actividad de fiscalización de bienes inmuebles, rastreando los orígenes de los capitales que daban lugar a cada proyecto constructivo y limitando la tenencia del número de terrenos y construcciones a personas físicas y morales.
A su salida, los siguientes gobiernos han continuado con esta actividad lo que fue poniendo en evidencia a muchos de los miembros de las FARC ya infiltrados en la sociedad colombiana, disfrazados de empresarios.
Esta semana pasada, en medio de una controversia, el fiscal general, Néstor Humberto Martínez ante las cifras entregadas por las FARC para cumplir con los requisitos para la conformación de su partido político, que requiere arrancar con 3 mil 565 millones de pesos colombianos, ha planteado un cuestionamiento básico ¿Cuál será el origen del capital?.
La situación es que las FARC, una vez que las armas sean depuestas, se reconocerá, con todas las de la ley, a su partido político y entonces podrá hacer uso del arsenal de recursos ilícitos económicos y de bienes acumulados durante cinco décadas, para ahora financiar campañas políticas.
El inventario del fiscal los bienes de las FARC ya alcanza las 3 mil 389 propiedades, hallazgos que fueron posibles por la conformación de un equipo de 300 personas, con el que la Fiscalía logró analizar 5.5 millones de archivos electrónicos donde están los activos de las FARC.
Propiedades que podrían ser empleadas para todo lo que usted pueda imaginar, desde, para empezar, usar al partido político para “legalizar” propiedades o realizarlas.
Ante la denuncia del fiscal de este inminente riesgo, anunció que el Gobierno expedirá un nuevo decreto para delimitar los fines de ese fondo que se crearía con los bienes de las FARC, con una norma que permita que dichos bienes que suman 1.1 billones de pesos colombianos, puedan usarse para la reparación de los cientos de víctimas de la violencia y para programas de atención de guerrilleros lisiados.
El acuerdo es que una vez hayan dejado las armas y se reconozca su partido político, el dinero será destinado en las siguientes proporciones: mil 866 millones para gastos de funcionamiento y 1,698 para el Centro de Pensamiento, que es como un apéndice del partido político encargado de instruir la doctrina de las FARC, pero como partido político.
La situación de hacer transitar a un enemigo a que obre de manera legal, es tanto como instituir que un día de estos alguno de los capos de la droga se lance como candidato a la Presidencia.
¿Qué garantías tendrá el gobierno de Colombia que se depongan las armas, si el narcotráfico seguirá operando? ¿No será un parapeto para dar entrada a la economía las propiedades de las FARC y poder cobrarles al menos impuestos?
¿La creación del partido del partido político hará que las FARC también depongan su ideología? ¿No podría ser el inicio de la forma de lograr lo que siempre quisieron e imponer una dictadura? Veremos que sucede con un asunto que no esta tan lejos de lo podría suceder en nuestra patria.