El pasado miércoles se celebró la fiesta litúrgica de Nuestra Madre Santísima de la Luz, una devoción de la Virgen María que llegó a la Nueva España por parte de los jesuitas y cuya venerada imagen se encuentra en la ciudad de León, en el vecino estado de Guanajuato.
Dicha devoción se extendió por todo el Bajío y en nuestro estado hay diversos lugares donde se venera a esta advocación. Tradicionalmente se celebra el miércoles anterior a la celebración de Pentecostés, de ahí que es una fecha movible durante el año.
En nuestra ciudad de San Juan del Río se venera una bella imagen de la Madre Santísima de la Luz en el actual Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe. Es un bello óleo que se encuentra a la entrada del referido templo, en la parte inferior del coro alto.
Normalmente pasa desapercibido, pero admirando la bella imagen nos damos cuenta de lo hermoso de la pintura y del gran colorido que posee.
Desde hace muchos años, sobre la referida imagen se cuenta una leyenda, la cual, en la actualidad, muy pocas personas la conocen, por lo que ahora me permito transcribirla tal y como la refiere el gran historiador queretano Valentín F. Frías en su libro de leyendas y tradiciones queretanas.
“’¿Qué se hizo?’, Esta es la pregunta que se hicieron unos a otros los buenos vecinos de la ciudad de San Juan del Río, la mañana del 20 de marzo de 1915.
“Y ríase el lector si le refiero que han pasado de ello varios años, y estos, no obstante, todavía se encuentran y se siguen haciendo la misma pregunta, sin encontrar un alma caritativa que los saque de esa incertidumbre, dando la solución deseada.
“De tiempo inmemorial existe en el templo parroquial (ahora Santuario Diocesano) de la citada ciudad, entrando a mano derecha en el primer altar, una antigua pintura de Nuestra Señora de la Luz que, como todas las de su clase, tiene devotos.
“Esa imagen tiene, entre otros emblemas, una joven que simboliza un alma, la cual sostiene la Santísima con la mano derecha en el espacio.
“A los pies de esta figura se ve en todas las imágenes similares un dragón con el hocico abierto, con actitud de tragarse a aquella alma; pero Nuestra Señora como que la sostiene a fin de que no sea tragada por el dragón de referencia.
“Entre otras muchas devotas de la imagen que nos ocupa, hay en dicha ciudad unas señoritas, Basurto de apellido. Estas (muy especialmente la señorita Josefina), todos los días, al ir al templo a los ejercicios piadosos, acostumbra hacer una visita especial a la Madre Santísima de la Luz.
“Como sucedió en todas partes, llegó a dicha ciudad la oleada revolucionaria carrancista y, antes de que profanasen el templo, por el desenfreno de las multitudes indisciplinadas, se sacaron de allí, por personas piadosas, algunas imágenes de mayor veneración, y los cuadros y pinturas se llevaron a la sacristía, entre los cuales fue la pintura que nos ocupa.
“Milagrosamente, esos cuadros escaparon del desenfreno y, cuando después de tiempo calmaron las cosas y los templos volvieron abrirse al culto público, las señoritas Basurto tomaron empeño en que su imagen, tan venerada, volviese a ocupar su altar, ya que, por singular beneficio de la Providencia, había salido ilesa.
“Naturalmente que dichas señoritas, dado su acendrado amor y devoción a Nuestra Señora, al saber que ya se trataba de abrir el templo, su primer empeño fue ir a la sacristía a asear y arreglar la santísima imagen.
“Mas, al ir a verificarlo, ¿Cuál sería su sorpresa al ver que el dragón de horrible aspecto había desaparecido?
“Cundió la noticia y todo el mundo, al ver la Santísima Virgen ya sin ese emblema, se preguntaba, lleno de admiración: ‘¿Qué se hizo? ¿Qué paso? ¿Cómo fue ello?’… sin que, como se dijo al principio, hubiese habido hasta hoy quien conteste satisfactoriamente tales preguntas.
“El que esto escribe conoció antes a la pintura y le vio todos los emblemas (aun el dragón) y después ha vuelto a verla varias veces con espacio y en lo absoluto se nota que haya tenido jamás la infernal cabeza, pues la pintura es uniforme de la misma época y, pudiendo asegurar cualquiera que por primera vez vea la pintura, se convencerá que nunca ha tenido tal dragón.
“¿Qué querrá indicar eso? Nadie lo sabe. A mí me consta que estaba allí el dragón y hoy no lo tiene, y ni huella de haberlo tenido alguna vez. Tanto yo como el vecindario de San Juan, entonces y todavía ahora, preguntamos y seguimos preguntando: ‘¿Qué se hizo?’
“Mayo 10 de 1921”.
Esta es la leyenda que hoy quiero compartir y que es una de las clásicas de San Juan del Río, aunque yo conozco algunas personas mayores que, efectivamente, dicen haber visto el dragón en la referida pintura de la Virgen de la Luz, y ahora no se encuentra.
“¿Qué se hizo?…”.