Las Olimpiadas de Río 2016 han llegado a un feliz término. Brasil encabezado por su expresidente Lula Da Silva gestionaron ser sedes del Mundial de 2014 y de estas olimpiadas con una apuesta estratégica que tiene que ver con su Seguridad: convertirse en el cuarto poder mundial.
Los tres poderes que hoy se disputan la hegemonía económica y tecnológica son los Estados Unidos de Norteamérica, China y la Comunidad Europea. La riqueza del mundo está concentrada en estos tres poderes y la pobreza está repartida en el resto del mundo. Brasil unos ocho años atrás y ante el progreso que tuvieron con aquel presidente, parecían emerger no solo como el país con mayor poderío de América Latina, sino en el nodo que lidereara el desarrollo de aquella parte de la tierra.
Hoy amanecerán los brasileños con una noticia: se acabó la fiesta y empieza la vuelta a la realidad. La apuesta fue para un plan de largo plazo. Las olimpiadas son producto de un club, el Comité Olímpico Internacional y las reglas son muy claras, es un juego al que todos los que le entran le ponen, como la pirinola mexicana, empezando por el que la hace de anfitrión que debe hacer una mega inversión y adquirir deudas importantes, para generar y adecuar las instalaciones, que conforme pasa el tiempo se va haciendo más y más complejo y sofisticado ya que olimpiada tras olimpiada aparecen nuevos deportes como, en el caso de Río 2016, el golf.
Adicionalmente el anfitrión hoy en día debe honrar la interconectividad indispensable para mantener al mundo al tanto de cada competencia y de la información que de ello de deriva y además, asegurar la infraestructura hotelera y turística para que los visitantes y la enorme cantidad de medios que cubren estos eventos tengan acceso a instalaciones donde puedan realizar sus actividades. De tal forma que al país anfitrión le quedan un montonal de instalaciones a las que debe dar algún uso.
Al margen de estos retos que los hermanos brasileños hicieron frente y al menos a la distancia parece haber cumplido y muy bien, está la seguridad. Brasil es el país de América Latina con las fuerzas armadas mejor equipadas, cuentan hasta con submarinos nucleares. Los resultados en cuanto a la contención y prevención de actos delictivos y terroristas dejan una olimpiadas limpias y de lo que deberán estar satisfechos por el ejemplo que han dado al mundo tanto el Mundial de Futbol 2014, como en estas Olimpiadas 2016 han dado al mundo.
La apuesta no era hacer entonces estos eventos para dar pan y circo, no. La apuesta es lo que viene ahora, insertar a Brasil en las grandes ligas del desarrollo y del progreso. Estos eventos deberán traer más inversiones al haber puesto los ojos del mundo en Brasil durante estos años y capitalizar la oportunidad de generar a alianzas, networks y proyectos internacionales, tanto para infraestructura, generación de bienestar social, como para investigación y desarrollo de tecnología, al margen de convertir a Brasil en el país con mayor potencial deportivo en América Latina en los próximos.
El mayor reto que enfrenan nuestros países y Brasil tiene ahora un turno que han buscado, es cambiar las memorias de la cultura que nos mantienen como países rezagados con tremendos contrastes sociales en muchos sentidos. Cambiar los modelos mentales que nos han hecho ser naciones con limitaciones crónicas que empiezan por la actitud que aún prevalece en una parte de la población de esperar a que el gobierno les resuelva su vida, con las consecuencias macro económicas que ello implica.
El deporte en el siglo XXI ya no solo es una actividad recreativa o una forma de mantener un buen estado de salud, es un nuevo sector de la economía. La actividad que hoy se genera en el sector da empleo a millones de personas al alrededor del mundo. Mas y mas deportes se han desarrollado de verano y de invierno con infraestructuras sorprendentes como las olimpiadas de invierno.
El que un país latino luego de 48 años vuelva a ser sede de unas olimpiadas y en el contexto actual es una buena noticia. Sin embargo, este tremendo esfuerzo de nada servirá si no se inserta dentro de una estrategia que incremente los niveles de Seguridad Nacional en su dimensión más importante, la humana. En 1992, Barcelona puso un gran ejemplo, los catalanes transformaron su ciudad adquirieron una deuda que tardaron en pagar más de quince años, pero capitalizaron aquel esfuerzo. Hoy Cataluña es un ejemplo de progreso económico, tecnológico, social y claro, también en lo deportivo. Barcelona se convirtió en un destino turístico obligado para quienes viajan por Europa. Se atrevieron a competirle a Roma y a Paris ese puesto.
Para nuestra Patria, como sucede cada cuatro años, las olimpiadas nos vuelven a recodar quienes somos. Es grotesco que se den historias como el ganador de la medalla de bronce en box, que tuvo que botear en camiones para allegarse recursos o el escuchar a cada medallista decir una y otra vez, gracias a mi familia. ¿Algún día nos podremos organizar para escribir una historia distinta? Cuarenta y ocho años después no tenemos ni la infraestructura, ni las escuelas deportivas, ni los entrenadores, ni los incentivos correctos tanto a los deportistas como a los patrocinadores para algún día erradicar la corrupción y la impunidad. Los resultados de la delegación mexicana en Río 2016 ¿no ameritan una auditoría integral de los resultados obtenidos? ¿O será como siempre, unas cuantas declaraciones, los que ganaron medalla los recibe el Presidente y aguantar el vendaval de los medios y la opinión pública tras la resaca del fracaso, hasta que en unos dos o tres meses el asunto quede en el olvido?
Para Brasil inicia el reto, el verdadero al que apostaron: convertirse en el cuarto poder mundial.