Los alumnos de generaciones pasadas tenían que “aprenderse las cosas de machete”. Es decir, memorizándolas. En la era actual esto sería absurdo, ya que con teclear algunas palabras Internet nos pone en contacto con casi cualquier cosa que queramos saber.
Sin embargo, los sistemas educativos no han abandonado del todo tan lamentable costumbre, ya que la idea de aprender se encuentra aún atada a la creencia de que si el alumno no es capaz de repetir las cosas en sus tareas y exámenes, es porque realmente no aprendió.
El gran pedagogo y filósofo Paulo Freire llamaba educación “bancaria” a dicha modalidad, pues a través de ésta mecánicamente se “deposita” saber en la mente de los estudiantes. En este caso, “el educador – planteaba el brasileño – no se comunica sino que realiza depósitos que los discípulos aceptan dócilmente”.
En su lugar, Freire propuso la educación “liberadora”, cuyo objetivo es la formación de seres humanos pensantes y dinámicos, dispuestos a descubrir y transformar su realidad.
La UNESCO ha tomado una línea parecida a la del maestro Freire. En su documento “La educación encierra un tesoro” identifica los cuatro pilares en los que debe sustentarse el proceso educativo: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir en armonía y aprender a ser.
APRENDER A CONOCER. Su propósito es que la persona aprenda a comprender el mundo que la rodea, proceso desencadenado por su deseo de descubrir la naturaleza de la realidad y de las cosas. La premisa que anima a este principio es que la adquisición del conocimiento se convierta en un acto permanente, sustentado en nuestras experiencias de vida.
Regresando a Internet, considero que el fácil acceso al saber facilitado por los medios electrónicos es una excelente manera de cumplir con este postulado. Esto lo podemos constatar en los niños actuales, quienes desde temprana edad aprenden a buscar información diversa a través de iPods, tablets y otros dispositivos.
APRENDER A HACER. Este segundo pilar es consecuencia del anterior, ya que el hacer me permite llevar a la práctica el conocer. A través del acto creativo se generan nuevas realidades, susceptibles de mejorar nuestra calidad de vida.
Conocido también como “aprendizaje de habilidades”, este postulado faculta al individuo a saber cómo hacer frente a múltiples situaciones y a funcionar de una manera más efectiva en sociedad. Como agentes de cambio, los seres humanos buscamos la manera de visualizar y desarrollar innovaciones en beneficio de nuestras comunidades, sobre todo las más marginadas, que son merecedoras de futuro más digno.
APRENDER A VIVIR EN ARMONÍA. Este principio enfatiza la importancia de participar y cooperar (es decir, co-operar, operar conjuntamente) con nuestros semejantes para construir un mundo mejor para todos.
En esta época, en la que grupos radicales islámicos y de otras facturas promueven la intolerancia y el odio, es menester recuperar nuestra capacidad de diálogo con aquellos que son diferentes a nosotros en los terrenos cultural, social y político.
APRENDER A SER. Esta modalidad de aprendizaje es posibilitada por las tres anteriores. La educación debe contribuir al desarrollo integral de cada individuo: mente, cuerpo, inteligencia, sensibilidad, sentido ético y valores espirituales. A todos se nos debería permitir desarrollar el pensamiento crítico y a emitir nuestros propios juicios, para establecer por voluntad propia en qué decidimos creer y qué debemos hacer para hacerle frente a nuestras circunstancias de vida.
En el referido documento, la UNESCO establece la necesidad de “aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal”.
Llevar a la práctica los cuatro pilares aquí mencionados supone, sin embargo, que tanto escuelas como universidades abandonen la línea de la educación “bancaria” y transiten a una educación liberadora. La propia UNESCO advierte: “Mientras los sistemas educativos formales den prioridad a la adquisición de conocimientos, en detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo”.
O, para decirlo en palabras del propio Freire, es menester “descubrir y aplicar soluciones liberadoras por medio de la interacción y la transformación social, gracias al proceso de ‘concientización’, definido como el proceso en virtud del cual el pueblo alcanza una mayor conciencia, tanto de la realidad sociocultural que configura su vida como de su capacidad de transformar esa realidad”.
(*) Doctor en Comunicación por la Universidad de Ohio y Máster en Periodismo por la Universidad de Iowa