Resulta muy agradable que la buena fama de la Facultad de Psicología de nuestra Alma Máter llegué a lugares como la Baja California Sur. La referencia no solo es por la orientación psicológica que imparte –psicoanálisis- sino porque sus egresados ocupan puestos directivos en instituciones educativas y en empresas. Algunos han podido ingresar a territorio estadounidense y buscan actualizarse para cumplir con los requerimientos legales que allá se exigen. Ellos mismos están sorprendidos de algunos avances que su institución académica de origen ha tenido, sobre todo en la producción editorial de los últimos cuatro años. El enterarse que la huelga mantiene ya, por dos semanas, cerrado el campus universitario no les representa sorpresa alguna. Históricamente, muchos de los egresados de la UAQ contamos con ese registro en nuestro currículum.
Para ellos, tratar el tema de la huelga es todo un reto. Estoy seguro que los estudiantes actuales de psicología serían capaces de movilizarse para lograr que se cumpliera el mandato constitucional de la enseñanza laica y gratuita. Lucharían por el no pago de cuotas para estudiar y el no pago por trámites para alcanzar la titulación. No solo se trata de egresar de una universidad pública que te da un título y te pone por igual con cualquier egresado. Eso es un error.
Platicando con algunos egresados, radicados en el norte del país, reconocen que habría sido conveniente, en su vida estudiantil, desarrollar una serie de habilidades que les permitiera contar con otros talentos, complementarios a su formación básica. Quizás si eso representará una aportación económica mayor, la habrían dado. O bien, que el plan de estudios actualizara sus programas y objetivos de acuerdo a los intereses de los estudiantes.
Esto tampoco es posible. Las necesidades se detectan desde un lugar de egresado, no antes. A propósito de ello, los planes de estudio de la Facultad de Psicología no cuentan con la respectiva re-acreditación por parte de un organismo evaluador (CNEIP). De hecho, en Querétaro, ninguna de las 32 escuelas de psicología que existen cuenta con una obligada acreditación de sus planes de estudios.
Quizás sea el momento que nuestra universidad planee la generación de nuevos talentos enfocados al desarrollo científico y tecnológico, generadores de recursos económicos para pagar créditos de su formación universitaria, en una institución pública de paga. Que se formen en el conocimiento cultural del mundo que les rodea y que se den cuenta que este no termina al egresar y que, por necesidad, tengan que pagar por su actualización profesional. Ningún profesionista tendrá que ser igual a otros, pues los intereses personales conducirán a categorías superiores: posgraduados, certificados, colegiados y con reconocimiento gremial.
Sería vergonzoso que al tener que renovar, muy pronto, la cédula profesional federal cada 5 años, contáramos con los mismos conocimientos y constancias curriculares.
Dicen algunos autores que la clave para lograr el éxito profesional es manteniendo un equilibrio entre el intelecto y las emociones, en muchos casos, predominando el primero. Los estudiantes entonces deberán evitar emocionarse con el estudio, con sus aciertos, con sus mejores decisiones. Es más, tendrán que mantener relaciones sociales distantes; nada de abrazos, ni de saludos de besito en el cachete, ni fiestas de bienvenida… nada que represente una afectividad que altere el curso del intelecto.
Esto ayudaría a que los involucrados en el movimiento actual de huelga universitaria se emocionaran tanto como lo están haciendo. Pero claro, cambiando las estructuras y modelos de enseñanza universitaria, el concepto de huelga sería inexistente.
Por: Juan Carlos García Ramos
Psicólogo clínico
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