El día de ayer 7 de noviembre, se iniciaron a nivel mundial los festejos por los primeros 800 años de la fundación de la Orden de los Dominicos, como son conocidos en honor a su fundador, Santo Domingo de Guzmán, pero como bien sabemos, el nombre correcto es el de Orden de Predicadores.
No podríamos entender la historia de la Nueva España, la historia de nuestro estado de Querétaro y la historia de San Juan del Río, sin la presencia de esta orden religiosa durante y después de la conquista, sobretodo en la época virreinal. Aún hoy la presencia de los dominicos en el mundo es de gran importancia para la ciencia, para la cultura y para la evangelización, que es el origen de la orden. Creo que no puedo pasar por alto que los dominicos por mucho tiempo estuvieron a cargo de los tribunales del Santo Oficio de la Inquisición, que tantas leyendas e historias se cuentan, pero como siempre he comentado, los hechos pasados se deben de valorar a la luz del momento en el que sucedieron, para así comprender el motivo de su realización.
Al hablar de la Orden de Predicadores, necesariamente tenemos que hablar de Santo Domingo de Guzmán, como ya lo había comentado en líneas anteriores. Domingo de Guzmán nació en Caleruega (Burgos, España) hacia 1171, estudió artes y teología en Palencia y fue canónigo de la catedral de Osma (Soria). En 1203 y 1205, viajó con su obispo Fulco hasta Dinamarca en misión diplomática. En estos viajes, conoció muy bien la realidad religiosa y social de Europa. En 1206, implica su misión, abandona la diplomacia y se detiene ocho años en el sur de Francia, en Languedoc, donde inició una predicación intensa contra la herejía de los cátaros. Para dar continuidad y más fuerza a su trabajo, en 1215, en Tolosa, Francia, fundó la Orden de Predicadores confirmada por el Papa Honorio III durante el 22 de diciembre de 1216, precisamente se inició este Jubileo por los ochocientos años de este suceso. Domingo quiso revolucionar la predicación, que no fuera oficio exclusivo de los obispos, sino fuese docta y estuviera acompañada de una vida santa. A sus frailes los reunió en conventos y los envió a las universidades nacientes de la época: París, Bolonia y Oxford.
Domingo, sin ruptura y violencia con el sistema social de la época, sin ambiciones humanas y con visión certera del mundo de su tiempo, participó con su palabra y obra en los cambios radicales del siglo XIII: fin del feudalismo, nacimiento de las ciudades y de las universidades. Les pidió a sus frailes estudiar, fundar conventos en la ciudad y vivir de la mendicidad. Fue un legislador sabio que, preocupado por el futuro de su Orden y su misión predicadora, redacta unas constituciones, que se adelantaron al sistema democrático de gobierno que hoy tanto valoramos. Esto explica que entre sus frailes aparecieran figuras tan relevantes como san Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, Santa Catalina de Siena, Fray Bartolomé de las Casas, Fray Francisco de Victoria, y polémicas personalidades como Giordano Bruno, Girolamo Savonarola, Nicolás de Cusa, Tommaso de Campanella, frailes que con su vida santa y pensamiento preclaro iluminaron su época y cuya influencia llega hasta hoy.
Es el día 23 de junio de 1526 cuando llega Fray Tomás Ortiz O.P. y otros 12 dominicos por primera ocasión a la Nueva España, arribando al puerto de Veracruz y el 25 de julio del mismo año llegaron a la Ciudad de México. Es el 14 de mayo de 1686 cuando el Rey Carlos II encomienda las misiones de la Sierra Gorda del actual estado de Querétaro al Padre Fray Felipe Galindo O.P., entonces Provincial de la Provincia de Santiago de México de la Orden de Predicadores, quien tomó posesión de las mismas en el mes de diciembre de 1687.
La mayor dificultad que experimentaron los misioneros, fue el no poder hablar directamente con los chichimecas, por no conocer su lengua, no pudiendo realizar de manera adecuada su misión evangelizadora. Para remediar esta necesidad, el Padre Galindo, el día 3 de abril de 1688, solicita a Su Majestad, el Rey de España, las licencias necesarias para fundar colegios donde se instruyan a los religiosos que iban a las misiones; sin embargo Fray Felipe Galindo no esperó la respuesta del Rey, y se dirigió al Conde de Monclova, Virrey de la Nueva España, pidiéndole la gracia de fundar colegios, concediendo el permiso correspondiente y confirmado tal permiso el mismo Rey el día 18 de junio de 1689, disponiendo que se fundara un convento en San Juan del Río, para religiosos destinados a las Misiones de la Sierra Gorda pudiendo aprender la lengua chichimeca y al mismo tiempo pudieran curarse y descansar.
A ochocientos años de distancia, es mucho lo que se puede escribir de la Orden de Predicadores, los beneficios que trajeron a estas tierras y lo que hay que valorar sobre su labor evangélica que desarrollan. Mi agradecimiento a los padres dominicos de Oaxaca por su información y en especial a Fray Javier Zugasti Landa, O.P.
Por: Francisco Pájaro