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La historia del artista del tatuaje de Jerusalén

Wassim Razzouk works on a tattoo for Kathryn O'Brien, a student from Texas, at his shop in the Old City of Jerusalem, where tensions have been high amid a surge in violence, April 9, 2022. For Razzouk, Holy Week is his busiest time as Christians seek a reminder of their visit to Jerusalem, but his family’s centuries-old business caters to all faiths. (Amit Elkayam/The New York Times)
Wassim Razzouk works on a tattoo for Kathryn O'Brien, a student from Texas, at his shop in the Old City of Jerusalem, where tensions have been high amid a surge in violence, April 9, 2022. For Razzouk, Holy Week is his busiest time as Christians seek a reminder of their visit to Jerusalem, but his family’s centuries-old business caters to all faiths. (Amit Elkayam/The New York Times)

Ha tatuado a peregrinos, curas y aquellos marcados por el conflicto. Mientras zumba su máquina de tinta, clientes se reúnen en el callejón para esperar su turno

En Jerusalén, un hombre judío, que tal vez haya estado ebrio, le pidió que le tatuara la palabra “kosher” en hebreo sobre sus nalgas. Su cliente de mayor edad ha sido una mujer de 101 años. Los miembros del Servicio Secreto de Estados Unidos suelen pasar por allí para llevarse una muestra de su trabajo cuando están en la ciudad.

También suele participar en Healing Ink, un proyecto que ofrece tatuajes gratuitos para cubrir las cicatrices de los sobrevivientes de ataques terroristas y de los soldados israelíes heridos en combate.

Durante la Semana Santa y los días previos, el salón de tatuajes de Wassim Razzouk en la Ciudad Vieja de Jerusalén está repleto de algunos de sus clientes más fieles: visitantes de la temporada que, buscando un recuerdo indeleble de su paso por Jerusalén, “quieren un tatuaje como certificado de peregrinación”, comentó Razzouk.

Una clienta, Kathryn O’Brien, estudiante de 20 años de Texas, se debatía entre tatuarse una imagen que representara la Última Cena o la Crucifixión. Su amiga, Emily Rodríguez, de 20 años (también de Texas) se decidió por una impresión más contemporánea, en la que se lee el título de una popular canción cristiana, ‘Through & Through’, con las letras negras ascendiendo por su brazo.

Steve Ferguson, un sacerdote episcopaliano de más de 70 años, se tatuó por primera vez el símbolo de un pez cristiano que se funde con una estrella de David y una menorá, un diseño que, dijo, pretende ilustrar su afinidad con Israel y el pueblo judío.

En los últimos días, Jerusalén ha vivido una situación en especial tensa, antes de la inusual confluencia este fin de semana de la Pascua, la Semana Santa y el Ramadán y en medio de un aumento de la violencia. Esas tensiones volvieron a estallar el viernes cuando los palestinos lanzaron piedras a la policía, que respondió con granadas de sonido y balas de goma. Más de 100 palestinos y varios agentes israelíes resultaron heridos.

Desde el 22 de marzo, se han producido cuatro atentados en cuatro ciudades israelíes, en los que han participado cinco atacantes árabes que causaron la muerte a 14 personas. Unos 20 palestinos han muerto por fuego israelí durante el mismo periodo, la mayoría mientras cometían o intentaban cometer un atentado, según las autoridades israelíes, o en enfrentamientos durante operaciones antiterroristas israelíes en la Cisjordania ocupada.

Durante mucho tiempo, la Ciudad Vieja, situada en el Jerusalén Este de mayoría palestina, ha sido un crisol de fricciones. Esta zona de la ciudad, tomada de Jordania en la guerra árabe-israelí de 1967, fue anexada después por Israel en una medida que nunca fue reconocida a escala internacional. Los dirigentes palestinos la codician como capital de un futuro Estado y gran parte del mundo la considera ocupada.

Sin embargo, el pequeño local de Razzouk es una especie de remanso en medio de toda la hostilidad, un símbolo de tolerancia religiosa y política.

“He tatuado a cristianos, palestinos, etíopes, israelíes… aunque no lo crean, he tatuado a un judío ortodoxo con patillas”, compartió Razzouk, que se identifica como miembro de la minoría cristiana palestina. “He tatuado a monjas, ateos y obispos”.

Una tarde reciente, al anochecer, la máquina de tinta de su tienda seguía zumbando mientras más clientes se reunían en el callejón empedrado del exterior, esperando su turno.

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Por:  Isabel Kershner / New York Times

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