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Frustración y dudas de una misión fronteriza

J. David Goodman Después de que miles de migrantes cruzaron a Del Río, Texas, el año pasado y abrumaron a las autoridades, el gobernador Greg Abbott ordenó el envío de miles de soldados de la Guardia Nacional a la frontera, con lo que amplió su participación en una misión conocida como Operación Estrella Solitaria. Para … Leer más

J. David Goodman

Después de que miles de migrantes cruzaron a Del Río, Texas, el año pasado y abrumaron a las autoridades, el gobernador Greg Abbott ordenó el envío de miles de soldados de la Guardia Nacional a la frontera, con lo que amplió su participación en una misión conocida como Operación Estrella Solitaria.

Para la mayoría de los convocados, el servicio era obligatorio, se les notificó con poco tiempo de anticipación y pasó de ser un recorrido de unos pocos meses a un despliegue de un año para una misión que Abbott ha dicho que es necesaria para frenar la migración ilegal, así como el tráfico de personas y de drogas.

Sin embargo, muchos de los que fueron enviados a la frontera se quejan de la mala planeación, de los problemas con el pago de sus sueldos y de la falta de equipo básico como ropa de invierno para el frío o estetoscopios para los médicos. Ha habido brotes de COVID-19 en bases improvisadas, donde decenas de soldados se apiñan en cuarteles móviles tan estrechos que los comandantes los llaman “remolques submarinos”.

La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos se ha visto rebasada por el número de cruces: más de 1.7 millones en la frontera del suroeste el año pasado y el momento más crítico se dio a mediados de septiembre, cuando miles de migrantes se aglomeraron bajo el puente internacional de Del Río.

Abbott ha enfrentado una enorme presión política para responder.

Según documentos estatales, Abbott solicitó en septiembre que mil  500 soldados se unieran a los aproximadamente 500 que ya se habían desplegado en la frontera.

Poco después, Abbott solicitó el envío de otros 2 mil 500 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera en octubre. El gobernador apareció entonces en un noticiero ese mes por primera vez y dijo que 6 mil 500 efectivos de la Guardia y tropas estatales estaban en la frontera; pero la Guardia de Texas no podía llegar a esas cifras solo con voluntarios. Así que la misión se convirtió en obligatoria

El gobernador no ha querido decir cuánto tiempo permanecerán los miles de miembros de la Guardia Nacional en la frontera de Texas. “En parte, lo que suceda en adelante depende de lo que haga el Gobierno de Biden”, declaró Abbott durante una conferencia de prensa la semana pasada. “Queremos que se vayan lo antes posible, pero tenemos que responder a los hechos que se producen en la zona”.

El general Aris comentó que era probable que los elementos de la Guardia Nacional pasen 365 días en la misión de la frontera y que quizá habría dos “turnos” de un año de duración.

“Por lo general, cuando te llaman para el servicio activo estatal, es por un tiempo corto, de unos días o semanas”, mencionó Jason Featherston, quien se retiró de la Guardia Nacional de Texas el año pasado como miembro enlistado de rango superior. “Para esta misión, si estabas en activo, te enviaban a la frontera. No les importaban tus
preocupaciones”.

Featherston ha sido abierto en sus críticas, en su molestia por el recorte estatal en las ayudas a la matrícula de la guardia el año pasado, cuando se destinaron miles de millones a la misión fronteriza.

Según Featherston, la indefinición de la misión y su aparente falta de planeación anterior ponen en peligro el bienestar de los soldados.

“Creo que debemos estar en la frontera, pero con un propósito”, dijo Featherston. “Mucha gente piensa que esto es un truco publicitario. ¿Por qué todo este impulso tan repentino?”.

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