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África debe superar el escepticismo por las vacunas anticovid

África señala la siguiente etapa de la batalla contra la COVID-19: conseguir que muchas más personas sean inoculadas en las naciones más pobres, donde las vacunas han sido más escasas, para impedir que se desarrollen nuevas mutaciones. No obstante, aunque los líderes mundiales hablan de esto como si se tratara, en gran medida, del envío … Leer más

África señala la siguiente etapa de la batalla contra la COVID-19: conseguir que muchas más personas sean inoculadas en las naciones más pobres, donde las vacunas han sido más escasas, para impedir que se desarrollen nuevas mutaciones.

No obstante, aunque los líderes mundiales hablan de esto como si se tratara, en gran medida, del envío de dosis al extranjero, la experiencia de Sudáfrica, al menos, deja entrever un conjunto de retos mucho más complejo.

Al igual que muchos países pobres, Sudáfrica se vio obligada a esperar meses para recibir las vacunas, ya que los países más ricos las monopolizaron. Muchos países todavía no tienen, ni de lejos, las dosis suficientes para inocular a su población.

Los problemas no han terminado a pesar de que las vacunas empezaron a llegar en mayor cantidad. Una infraestructura de salud pública descuidada y sin fondos suficientes ha ralentizado su entrega, más en las zonas rurales, donde los problemas de almacenamiento y de personal son habituales.

Ahora, hay cada vez más señales de que en partes de África, así como en el sur de Asia, el escepticismo o la franca hostilidad hacia las vacunas contra la COVID-19 puede ser más de lo esperado, incluso cuando se está extendiendo la nueva variante ómicron. En África, al menos tres países ya han notificado casos de contagios con la variante ómicron: Sudáfrica, Botsuana y, el miércoles, Nigeria.

La profunda desconfianza en los gobiernos y en las autoridades médicas, en especial entre las comunidades rurales y marginadas, podrían estar retrasando las campañas de vacunación. El legado de la explotación occidental y los abusos médicos durante y después del colonialismo también influyen con bastante peso.

La desinformación que circula por las redes sociales suele llenar el vacío, en parte, procedente de Estados Unidos y Europa, donde el rechazo a las vacunas también ha sido un problema.

“No hay duda de que las incertidumbres sobre las vacunas son un factor que influye en el despliegue de estas”, afirmó Matshidiso Moeti, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS, por su sigla en inglés) en África. Las noticias o los rumores sobre los posibles efectos secundarios, dijo, “se eligen y se comentan y algunas personas se asustan”.

Pocos días antes de que se detectara por primera vez la variante ómicron, las autoridades sanitarias sudafricanas rechazaron los envíos de dosis de Pfizer-BioNTech y Johnson & Johnson, ante la preocupación de que sus reservas de 16 millones de vacunas pudieran estropearse ante la demanda insuficiente.

Aunque solo el 36 por ciento de los adultos sudafricanos tienen un esquema de vacunación completo, las vacunaciones diarias ya han disminuido, según las estadísticas del gobierno.

No solo sucede en Sudáfrica.

Namibia, Zimbabue, Mozambique y Malaui también les han pedido a los fabricantes de vacunas y a los donadores que retrasen el envío de más vacunas porque no pueden utilizar los suministros que tienen, según varios funcionarios sanitarios que participan en el esfuerzo de distribución de vacunas a las naciones en desarrollo.

Las investigaciones han revelado de manera sistemática que factores como la desconfianza de la población y la distribución desigual de las vacunas pueden aumentar las dudas sobre estas en cualquier país, pero estos problemas, a menudo, han sido más frecuentes en los países más pobres durante la pandemia, comentó Saad Omer, investigador de salud pública de la Universidad de Yale, y han tenido un efecto más profundo.

Las campañas públicas de información y las entregas de vacunas planificadas con cuidado pueden contrarrestar la desconfianza, pero son escasas.

“En esencia no se ha invertido en educación o promoción de vacunas en los países de bajos ingresos”, señaló Omer. “¿Por qué esperamos que todo lo que tengamos que hacer sea dejar las vacunas en un aeropuerto, tomar la foto y que la gente venga corriendo al aeropuerto a recoger la vacuna?”.

Solo uno de cada cuatro trabajadores sanitarios en África está vacunado, según los funcionarios de la OMS. En varios países, menos de la mitad dice tener intención de vacunarse.

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