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El trabajo ya no es prioridad para muchos

The pandemic might have prompted many people to entertain a wonderfully un-American new possibility — that our society is entirely too obsessed with work, writes The New York Times opinion columnist Farhad Manjoo. (The New York Times)
The pandemic might have prompted many people to entertain a wonderfully un-American new possibility — that our society is entirely too obsessed with work, writes The New York Times opinion columnist Farhad Manjoo. (The New York Times)

Farhad Manjoo Los trabajadores del mundo que han sufrido desde hace mucho al fin han obtenido algo de influencia sobre sus jefes y su nuevo poder es algo glorioso de ver. En Corea del Sur, decenas de miles de miembros de sindicatos montaron una huelga de un día para exigir mejores prestaciones y protecciones para … Leer más

Farhad Manjoo

Los trabajadores del mundo que han sufrido desde hace mucho al fin han obtenido algo de influencia sobre sus jefes y su nuevo poder es algo glorioso de ver.

En Corea del Sur, decenas de miles de miembros de sindicatos montaron una huelga de un día para exigir mejores prestaciones y protecciones para los trabajadores temporales y por contrato.

En Estados Unidos, una cifra récord de casi 4.3 millones de personas renunció a sus trabajos en agosto, según el Departamento del Trabajo, y más de 10 millones de puestos quedaron desocupados.

La escasez de trabajadores ha conducido a un aumento de salarios que ha superado las expectativas de varios economistas y tal parece que ha desconcertado a los jefes que están acostumbrados a que los empleados atiendan de inmediato todas y cada una de sus necesidades.

Hay muchas posibles razones por las que las personas estarían reacias a trabajar en puestos terribles. La gente que cuenta con la seguridad del subsidio de desempleo y los fondos de estímulo quizá está esperando a que se abran mejores vacantes.

Los trabajadores que pasaron el último año y medio en la primera línea de empleos peligrosos en industrias ingratas —por ejemplo, la vigilancia del uso de cubrebocas entre clientes beligerantes en tiendas y restaurantes— tal vez ya están agotados de esa experiencia. Muchos trabajadores aún tienen miedo de poner en riesgo su salud en una pandemia que sigue en curso, además de que la falta de servicios de cuidado para niños y personas mayores ha acumulado costos y complicaciones que hacen que muchos trabajos no valgan el esfuerzo.

Todo esto tiene lógica, pero quizá también haya algo más profundo en juego. En esta repentina reorganización de la vida diaria, es posible que la pandemia haya orillado a muchas personas a contemplar una posibilidad muy poco estadounidense: que nuestra sociedad está demasiado obsesionada con el trabajo, que el empleo no es la única manera de encontrarle un significado a la vida y que a veces no tener trabajo es mejor que tener uno malo.

Ahora, académicos están cuestionando algunas de las ideas fundamentales de la vida moderna, ¿y si el trabajo remunerado no es el único uso valioso de nuestro tiempo? ¿Y si lograr el éxito en tu carrera no es la única manera de ganar estatus y relevancia en la sociedad? ¿Y si elegir una vida que no se guíe por las neurosis y las obsesiones del empleo remunerado se puede considerar un estilo de vida perfectamente aceptable y razonable?
Me avergüenza decir que no me había dado cuenta de cuánto dominaba mi vida el trabajo hasta la pandemia, hasta que este meteoro impactó nuestras vidas y me obligó a reconsiderar lo que estaba haciendo.

Incluso un trabajo de ensueño es un trabajo y, en la incesante cultura de la productividad estadounidense, hemos convertido a nuestros trabajos en prisiones para nuestra mente y alma. Es hora de liberarnos.

“Es posible que la pandemia haya orillado a muchas personas a contemplar una posibilidad muy poco estadounidense: que nuestra sociedad está demasiado obsesionada con el trabajo”, escribe el columnista de Opinión de The New York Times Farhad Manjoo.

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