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Evidencia contundente: los cubrebocas funcionan

Las mascarillas, en especial las quirúrgicas, reducen de manera considerable el riesgo de contraer la COVID-19. Convencer a más personas de que las porten (a través de lineamientos o estrategias como repartir cubrebocas en iglesias y otros recintos de actividades públicas) podría salvar miles de vidas en todo el mundo. Aunque esto podría parecer de … Leer más

Las mascarillas, en especial las quirúrgicas, reducen de manera considerable el riesgo de contraer la COVID-19. Convencer a más personas de que las porten (a través de lineamientos o estrategias como repartir cubrebocas en iglesias y otros recintos de actividades públicas) podría salvar miles de vidas en todo el mundo.

Aunque esto podría parecer de sentido común, después de más de 18 meses de pandemia, los primeros estudios sobre el uso de cubrebocas plantearon preguntas importantes. El uso obligatorio de cubrebocas parece haber reducido los casos de COVID-19, pero, ¿eso se debió al uso de mascarillas o a que las personas, en lugares con uso obligatorio de cubrebocas, se volvieron más cuidadosas en general?Algunos Gobiernos y agencias de salud pública fueron reticentes a recomendar su utilización. Por esa razón, realizamos uno de los estudios más exhaustivos y sofisticados para el que usamos la mejor herramienta de diseño de investigación y un ensayo controlado aleatorio con el fin de evaluar si las comunidades en las que más personas usan mascarillas tienen menos casos de COVID-19.

Muchas personas viven en países en los que las vacunas todavía no están ampliamente disponibles. Incluso, en Estados Unidos, donde sí hay vacunas, no son empleadas con uniformidad y la tasa de letalidad semanal de la COVID-19 permanece alta. En esos dos entornos, los cubrebocas son una herramienta fundamental y económica en la lucha contra el coronavirus.

Nuestra investigación se realizó con la participación de 340 mil adultos en 600 poblaciones de Bangladés y puso a prueba muchas estrategias para lograr que las personas usaran mascarillas. Nuestro equipo de investigación decidió distribuir cubrebocas directamente en los hogares y en sitios públicos con muchas personas como mezquitas y mercados. Brindamos información sobre por qué la portación de mascarillas era importante e involucramos a líderes religiosos y comunitarios para comunicar ese mensaje. Hicimos que residentes de todas las poblaciones pidieran, de manera cortés, a cualquiera que no portara una mascarilla que se la pusiera y que dieran cubrebocas a cualquiera que necesitara uno.

Aunque no todas las personas aceptaron colocárselo, el uso de cubrebocas aumentó alrededor del 30 por ciento entre los adultos que fueron instados a ponérselo. Este cambio condujo a una reducción del nueve por ciento en los casos de COVID-19. En las comunidades en las que promovimos el uso de mascarillas quirúrgicas, los casos de COVID-19 disminuyeron el 11 por ciento.

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