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11/9: ¿Qué significa ‘Nunca olvidar’?

Dan Barry En su mente, Michael Regan debía haber estado allá. Debía haber tenido las agallas. Regan, un empleado veterano del ayuntamiento de Nueva York que sería el primer comisionado adjunto de bomberos luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, coordinó montones de funerales y exequias y ayudó a cientos de … Leer más

Dan Barry

En su mente, Michael Regan debía haber estado allá. Debía haber tenido las agallas.

Regan, un empleado veterano del ayuntamiento de Nueva York que sería el primer comisionado adjunto de bomberos luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, coordinó montones de funerales y exequias y ayudó a cientos de familias destrozadas. Sin embargo, no lograba despojarse de la culpa. Debió haber estado allá, en el World Trade Center.

Tras un par de meses, Regan finalmente compartió su remordimiento con un azorado colega del Departamento de Bomberos que le dijo que sí había estado ahí. Había ayudado a transportar los cuerpos del primer comisionado adjunto de bomberos, Bill Feehan y del jefe del departamento, Peter Ganci, a la morgue de la Primera Avenida.

¿No lo recuerdas?

En retrospectiva, Regan dijo que su bloqueo mental debió haber sido una forma de lidiar con la pérdida instantánea de miles de personas, incluidos muchos amigos cercanos. “Fue un mecanismo de defensa”, dijo. “Vi cosas terribles ese día y no quería pensar en esas cosas”.

Veinte años más tarde, el mandamiento de “Nunca olvidar” mantiene su poder y nos lanza de golpe al pasado cuando lo vemos en una gorra, una bandera o en la parte trasera de un auto que nos rebasa en Belt Parkway. A pesar de su sencillez casi publicitaria, estas palabras entrelazadas parecen cargar con la complejidad de la culpa, la obligación e incluso el descaro: como si pudiéramos olvidar.

Nunca olvidar.

“Cuando escucho ‘Nunca olvidar’ aplicado al 11/9, mi siguiente pregunta es: ‘¿Nunca olvidar qué?’”, dijo Charles B. Stone, profesor asociado de Psicología en el Colegio John Jay de Justicia Criminal.

“Tal vez la respuesta más cercana sea: nunca olvidar que ocurrió”, dijo Stone. “Pero son los detallitos los que se olvidarán”.

El polvo.

Sin duda, el llamado a Nunca olvidar también puede interpretarse como otro intento honroso de preservar una leve sensación de las muchas emociones del día. Honroso pero quizá inútil frente al roce incesante del paso de los años, los caprichos de la memoria.

William Hirst, profesor de Psicología en la New School for Social Research, se pregunta si los cambios en el recuerdo de algún modo se relacionan con un sentido de identidad.

Algún día, inevitablemente, no habrá nadie vivo que tenga un relato personal del 11 de septiembre. Inevitablemente, el impacto emocional de la fecha se disipará un poquito, luego otro poco más mientras el tiempo transforma una experiencia visceral vivida en una árida lección de historia; pero por ahora, para muchos, el 11 de septiembre sigue siendo una experiencia vivida. Tenemos nuestras historias —nuestros recuerdos posiblemente alterados— para compartir, o no, en el aniversario o en cualquier día del año.

Tal vez contemos nuestras historias para detener la erosión inevitable del tiempo. Tal vez las contamos para ayudarnos a procesar el momento, o para explicar por qué nos quedamos callados cuando escuchamos “The Rising” de Bruce Springsteen.

Regan, el hombre que olvidó por un momento, tiene ahora 64 años y es un ejecutivo en J. P. Morgan Chase. Tiene sus recuerdos, sus relatos. Evita los aniversarios, el pase anual de lista con los nombres de los muertos  y jamás visitará el Museo y Memorial del 11/9, dijo, “no necesito volver”.

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