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Mujeres que fueron esclavas del EI se reúnen con sus hijos

Yazidi women waited on the Iraqi side of the border on March 4, 2021, hoping to reunite with children in Syria whom they hadn’t seen in years. The secret handoff on the Syrian-Iraqi border last week was the first and so far only reunion of Yazidi women from Iraq and the children they had as sex slaves to their Islamic State captors. (Ivor Prickett/The New York Times)
Yazidi women waited on the Iraqi side of the border on March 4, 2021, hoping to reunite with children in Syria whom they hadn’t seen in years. The secret handoff on the Syrian-Iraqi border last week was the first and so far only reunion of Yazidi women from Iraq and the children they had as sex slaves to their Islamic State captors. (Ivor Prickett/The New York Times)

Tras la promesa que les hicieron los organizadores de la reunión de conseguirles refugio en un país occidental, esperan con ansias que las reciban Jane Arraf / NYT Las nueve jóvenes madres se apresuraron a entrar en las oficinas austeras de un puesto fronterizo en Siria para buscar a los hijos y las hijas que … Leer más

Tras la promesa que les hicieron los organizadores de la reunión de conseguirles refugio en un país occidental, esperan con ansias que las reciban

Jane Arraf / NYT

Las nueve jóvenes madres se apresuraron a entrar en las oficinas austeras de un puesto fronterizo en Siria para buscar a los hijos y las hijas que les arrebataron hace dos años, niños a los que pensaron que nunca volverían a ver.

La mayoría de los niños desconcertados y vestidos con nuevas chaquetas esponjosas del orfanatorio del que venían eran demasiado pequeños para recordar a sus madres. Comenzaron a llorar cuando las mujeres sollozantes los tomaron y besaron y luego los alejaron de los trabajadores del orfanatorio que eran los únicos cuidadores que conocían.

“Estaba muy feliz, pero fue impactante para las dos”, comentó una madre, quien mencionó que durante casi dos años había soñado con ver de nuevo a su hija. “Todavía no está acostumbrada a mí”.

La niña ahora tiene 2 años y medio.

Hasta ahora, la operación secreta que se llevó a cabo la semana pasada en la frontera entre Siria e Irak, de la cual fueron testigos periodistas de The New York Times, ha sido la única reunión entre mujeres yazidíes de Irak y los hijos que produjeron las violaciones de sus captores del Estado Islámico mientras fueron esclavas sexuales.

El sufrimiento de estas mujeres, sobrevivientes de horrores casi inimaginables en cinco años de cautiverio, es una de las acotaciones más trágicas pero menos conocidas de la historia de la conquista realizada por el Estado Islámico de grandes franjas de Irak y Siria en 2014.

Para ellas, aún falta historia por contar y su camino sigue siendo incierto.

Para la traumatizada comunidad yazidí, una pequeña minoría religiosa del norte de Irak, los niños son un vínculo directo con los combatientes del EI que masacraron a miles de yazidíes y capturaron a 6000 más. Los ancianos yazidíes han declarado que no aceptarán a los niños en la comunidad y uno de ellos dijo que corrían el riesgo de ser asesinados si sus madres los traían a casa.

Hace dos años, cuando las jóvenes mujeres fueron liberadas tras la caída de la última parte del territorio del EI en Siria, enfrentaron una decisión desgarradora: si querían regresar con sus familias en Irak, tenían que dejar a sus bebés. A muchas les dijeron incorrectamente que iban a poder visitar a sus hijos.

Ahora se han visto obligadas a elegir de nuevo. Para volver a reunirse con sus hijos, las mujeres que cruzaron a Siria el jueves de la semana pasada tuvieron que cortar los lazos con sus padres, sus hermanos y las poblaciones que consideraban su hogar.

“Nadie puede entender en su totalidad el inmenso paso que han dado estas mujeres, los riesgos que están corriendo, el increíble valor que tienen”, comentó Nemam Ghafouri , una médica iraquí-sueca que fue un agente fundamental para la transferencia.

https://aldialogo.mx/opinion/2021/03/11/ensusmarcas-las-mujeres-en-el-deporte/

Alrededor de otros 30 niños, cuyas madres tuvieron demasiado miedo para pedir que se los regresaran o decidieron no quedárselos, siguen en el orfanatorio del noreste de Siria.

Fue una elección agonizante para las mujeres, muchas de las cuales eran todavía unas niñas cuando las raptaron los combatientes del EI. Ninguna de las mujeres pudo contarles a sus familias que iban a irse ni que es probable que no las vuelvan a ver por temor a poner en peligro la operación.

He llorado durante tres días”, comentó una de las mujeres, quien, para volver a reunirse con su hija de 5 años, dejó atrás a su madre anciana. “Siento que esto matará a mi madre. Ella es madre. Moriría por mí al igual que yo lo haría por mi hija. Es una situación muy difícil para mí”.

Rompió en llanto.

Por ahora, las nueve mujeres y los doce niños están escondidos en una casa de seguridad en una ubicación no revelada en Irak. Tras la promesa que les hicieron los organizadores de la reunión de conseguirles refugio en un país occidental, esperan con ansias que las reciban. Las otras madres con hijos en el orfanato de Siria, alrededor de veinte, están observando para ver cómo les va.

The New York Times accedió a demorar la publicación del intercambio hasta que las mujeres y sus hijos estuvieran a salvo y no los ha identificado para su protección.

Un exdiplomático estadounidense, Peter W. Galbraith, planeó la reunión con ayuda bipartidista y de varios países, incluida la de gobiernos que anteriormente se habían mostrado indiferentes. Galbraith, quien tiene lazos cercanos con las autoridades kurdas en Irak y Siria, comentó que había pasado más de un año intentando obtener la aprobación para que algunas de las mujeres pudieran reclamar a sus hijos y llevarlos consigo a Irak, una misión que se vio postergada debido a la pandemia.

El orfanatorio se encuentra en una zona semiautónoma del noreste de Siria que está bajo el control de las autoridades kurdas, respaldadas por Estados Unidos. La provincia de Sinyar, de donde son originarios los yazidíes, se extiende a través de la frontera con Irak.

Galbraith comentó que un funcionario anónimo de la Casa Blanca ayudó a superar los últimos obstáculos con una llamada a un general kurdo-sirio que es aliado de Estados Unidos. El Consejo de Seguridad Nacional no respondió una solicitud para ofrecer comentarios.

Para las mujeres, la pesadilla comenzó cuando las fuerzas del Estado Islámico arrasaron el norte de Irak en 2014 y declararon al territorio un califato islámico. El grupo terrorista considera paganos a los yazidíes. Cuando los combatientes del EI llegaron a la patria de los yazidíes ese agosto, separaron a los hombres y los niños más grandes y masacraron a unos 10.000 de ellos, un acto que las Naciones Unidas y el Congreso de Estados Unidos declararon un genocidio.

Alrededor de 6000 mujeres y niños fueron capturados y muchos fueron vendidos a combatientes del EI. Los trataron como propiedad desechable: en repetidas ocasiones, se les violó, intercambió y vendió a voluntad.

Cuando el EI fue expulsado del sureste de Siria a principios de 2019, la mayoría de las mujeres yazidíes quedó en libertad y fue llevada con sus hijos a hogares de transición. Los ancianos yazidíes les dijeron que podían regresar a casa, pero que debían dejar a sus hijos. Muchos de los niños fueron trasladados al orfanatorio kurdo.

Algunas mujeres que no fueron identificadas como yazidíes, incluidas algunas que ocultaron su origen étnico para poder quedarse con sus hijos, fueron llevadas a Al Hol, un sórdido campamento de detención al noreste de Siria para las esposas y los hijos de los combatientes del Estado Islámico. A pesar de las condiciones del campamento, la mujer con la hija de 2 años y medio fingió ser árabe para poder quedarse ahí con su hija.

Durante los últimos días del califato, cuando los ataques aéreos encabezados por Estados Unidos estaban destruyendo Baghuz, Siria, y la mujer sufrió heridas de metralla, luchó para mantener viva a su bebé. La alimentó con una mezcla de harina y agua para que no muriera de hambre. Cosió ropa de bebé con tela que cortó de sus propios vestidos.

Estaba decidida a quedarse con la bebé que tanto le había costado mantener a salvo.

La travesía de 2,400 kilómetros de una familia que no tiene hogar

Sin embargo, después de seis meses, se vio obligada a admitir que era yazidí. Entonces, fue trasladada al hogar de transición, pero se rehusó a irse sin su hija.

Su familia le suplicó que regresara.

“Mi familia me llamó y me dijo: ‘Solo regresa; puedes volver allá a verla’”, comentó la mujer.

Después de tres meses, accedió y regresó a Sinyar. No obstante, como a las otras mujeres, su familia y la comunidad yazidí no le permitió volver a ver a su hija.

“Soy su madre. Tengo que cuidarla”, mencionó la mujer con la hija de 2 años y medio. El padre de la niña y sus parientes fueron asesinados en Siria, señaló. “Solo me tiene a mí. ¿A quién le importa el padre?”.

A los ancianos y líderes religiosos yazidíes sí les importan los padres.

Llevar hijos de terroristas del EI a Sinyar “destruiría la comunidad yazidí”, comentó Baba Sheikh Ali Elyas, la máxima autoridad religiosa yazidí, en una entrevista realizada esta semana. “Es muy doloroso para nosotros. Los padres de esos niños mataron a los padres de nuestros sobrevivientes. ¿Cómo podemos aceptarlos?”.

Además, la ley iraquí especifica que el niño de un padre musulmán es musulmán, así que los niños no podrían ser considerados yazidíes. Aunque la ley iraquí permitiera conversiones del islam, la fe yazidí no permite conversos.

Enfurecido porque considera que la atención internacional se ha enfocado en unas cuantas mujeres yazidíes cuando unos 3000 yazidíes siguen desaparecidos y más de 140.000 están languideciendo en campamentos para desplazados, Baba Sheikh Ali Elyas comentó: “Todos los yazidíes son huérfanos. Nadie nos está cuidando”.

En efecto, seis años después de que el EI fue expulsado de la región de Sinyar, ubicada al norte de Irak, la patria yazidí sigue plagada de fosas comunes sin excavar y casas dañadas y destruidas.

Baba Sheikh Ali Elyas mencionó que deberían encargarse de los niños las organizaciones humanitarias de otros países. Agregó que si las madres quieren irse a otros países con los niños, nadie las detendrá.

Otro líder yazidí, el príncipe Hazem Tahsin Bek, comentó que los niños estarían en peligro si regresan con sus madres.

“Las familias pueden tolerar a las mujeres, pero no soportarán a los niños”, afirmó. Cuando se le preguntó si eso quería decir que los niños podían ser asesinados, respondió que esa era una posibilidad.

Esta semana, cuando una de las mujeres llamó a su familia para contarle que tenía a su hija y que esperaba que la familia las aceptara, uno de sus hermanos las amenazó a ella y a su hija. “Espero que el gobierno encuentre un lugar seguro para nosotras”, dijo la mujer.

Nadia Murad, sobreviviente, defensora y ganadora del Nobel de la Paz de origen yazidí, cree que las mujeres deberían tener el derecho de decidir si quieren reunirse con sus hijos.

“No tuvieron opción cuando quedaron cautivas”, le comentó al Times. “No tuvieron ninguna opción en nada de esto, y deben recibir ayuda y decidir qué quieren”.

¿Por qué tantas madres sienten que son un fracaso?

Antes de que las mujeres se embarcaran en el viaje para recuperar a sus hijos, Galbraith les dijo que otros países las iban a recibir, una posibilidad que está lejos de ser segura.

En la casa de seguridad unos días más tarde, los alaridos y las risas de los niños, todos menores de 6 años, resonaban por todo el lugar. Algunas de las madres los observaban preocupadas, todavía con miedo de lo que les puede pasar.

Varias mujeres mencionaron que esperaban poder ser reubicadas juntas en otro país.

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