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Francia visto desde adentro: ¿Hacia un confinamiento total? (1/2)

Estamos seguros que en los próximos días el gobierno nos impedirá salir a la calle, cita periodista que vive en París, Francia Greta Guzmán Mi amiga Sara que es venezolana vive en Francia al igual que yo desde hace poco más de 10 años. Sara se vio obligada a traer a su familia de Venezuela … Leer más

Estamos seguros que en los próximos días el gobierno nos impedirá salir a la calle, cita periodista que vive en París, Francia

Greta Guzmán

Mi amiga Sara que es venezolana vive en Francia al igual que yo desde hace poco más de 10 años. Sara se vio obligada a traer a su familia de Venezuela debido a la grave situación que se vive en aquel país. Así que, desde hace más de un año, su madre vive con ella y con su esposo en un departamento de una sola recámara.

La semana pasada Sara me mandó un mensaje preguntándome si ya me había mudado con Antoine (mi novio). Le dije que no. Que nos mudaríamos juntos hasta finales de mayo una vez que yo haya terminado mis estudios en la Universidad de París. Me mandó otro mensaje que decía así nomás “Greta quiero aislar a mi mamá”.

Entonces entendí por qué me estaba preguntando si ya me había mudado con Antoine. Sara estaba buscando una opción para alejar a su mamá del riesgo de contaminación de coronavirus, pues como nos han informado aquí, las personas adultas de más de 60 años, corren gran riesgo de muerte si se contaminan.

Además, el viernes no sabíamos lo que sabemos ahora al momento que escribo y que es el lunes por la mañana: que las escuelas a todos los niveles cerrarían. Que los eventos de más de 100 personas están prohibidos. Que los museos y las actividades deportivas estarían suspendidos. Que la gente no podría presentarse a trabajar a partir de hoy lunes 16 de marzo y que habría que aplicar el “home office” para los que pudieran hacerlo. Que los restaurantes, bares, discotecas, y todo lugar de recreación social estaría cerrado al público. Y que ayer domingo por la noche, nos reiterarían la importancia de no salir, ni reunirnos con la familia ni con los amigos. Todo esto con el fin de frenar la epidemia de coronavirus.

Sin embargo y extrañamente, la votación de la primera vuelta de las elecciones municipales se llevó al cabo el domingo. Eso sí, bajo una estricta consiga de higiene y desinfección y tomando todas las precauciones posibles para evitar más contagios. Para algunos este acto fue incomprensible de la parte del gobierno, pero aun así un gran número de franceses salió a votar. La oposición ha hecho un llamado a Emmanuel Macron, presidente de Francia, para posponer la segunda vuelta de las elecciones municipales debido a la fuerte crisis de salud que atraviesa el país.

Pero para los parisinos al parecer, una tarde soleada pasa por encima de todo pues a pesar de la mucha información que el gobierno ha difundido, el domingo salió el sol y los parisinos -en un acto de irresponsabilidad desde mi punto de vista- salieron a la calle importándoles muy poco la consigna de quedarse en casa. Hicieron pic-nic, se pasearon por el Sena como si nada estuviera pasando. Hoy debido a esto Emmanuel Macron dará un mensaje a las 8 de la noche. Lo más seguro es que por la falta cívica de los parisinos de salir ayer a dominguear, nos dirá que tomaran medidas más drásticas.

En redes sociales y bajo el #restezchezvous que quiere decir “quédate en casa” la gente manifiesta la importancia de ser solidarios básicamente con el cuerpo médico francés, al no salir, con el fin de frenar la contaminación. Y es que el sistema de salud francés ya estaba atravesando por una fuerte crisis debido a las numerosas reformas económicas que le han sido aplicadas. Y desde hace varias semanas con el alto número de casos de enfermos y muertos que se acumulan día a día, el personal médico está trabajando a marchas forzadas. Al momento en Francia contamos con 127 muertes y 5 mil 423 casos.

¿Pero cómo impacta todo esto a la vida normal de una persona? Al igual que mi amiga Sara que súbitamente se tiene que mover para conseguir un lugar en donde aislar a su madre si ella o su esposo llegaran a contagiarse, yo y millones de personas estamos modificando nuestro modo de vida adaptándonos día a día a la situación.

El domingo por ejemplo dejé mi departamento (y se lo presté a Sara). Fui y saqué toda la comida y el papel de baño que me queda ya que nos podría servir en un futuro cercano. Hice mi maleta, agarré mi perro y me vine a vivir a casa de mi novio. Estamos seguros que en los próximos días el gobierno nos impedirá salir a la calle. Si el gobierno decidiera confinarnos en casa, mis actividades banales y cotidianas se verán afectadas: ya no podré pasear a mi perro en la calle para que haga sus necesidades, ni ir al yoga ni a la universidad. Afortunadamente para mí y mi perro, en el departamento de mi novio hay un jardín interior. ¡Qué suerte tengo! Pero no puedo dejar de pensar en los parisinos que estarán confinados con sus perros sin poder salir a la calle, en las otras Saras que temen por la salud de sus padres, en los padres de familia que no pueden llevar a sus hij@s a la escuela y, sobre todo, en las más de 300 personas enfermas que se debaten entre la vida y la muerte en este momento.

Para autoconfinarnos, ayer fuimos al super mercado a comprar comida. Compramos lo que pudimos porque la gente ya empezó a hacer compras de pánico. Ayer ya no había ni pastas ni papel de baño. La gente se está preparando para el encierro.

No sé si a partir de hoy en la noche estará prohibido salir, si habrá toque de queda, si en los próximos días estaré al lado de los franceses cantando la Marsellesa desde la ventana para darnos ánimos como hacen los italianos con su himno nacional el Fratelli d’Italia.

Lo que sí sé es que jamás había experimentado esta sensación. Es una especie de tristeza y melancolía. De incertidumbre, expectativa y espera.

En el noticiero los analistas políticos, intelectuales y doctores no cesan de dar cifras y especular sobre la evolución del virus en Francia. Todo parece acelerase. En unas cuantas horas, sabremos la magnitud y la forma en la que haremos frente a una ya muy, muy dura realidad.

Greta Guzmán vive con su perro “Polo” en el área conurbada de París, Francia y planea mudarse con su novio Antoine muy pronto. Estudia una carrera en violencia contra las mujeres en la Universidad de París, es periodista y directora de comunicación de Wellogy.

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