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San Martín esconde un tesoro a 300 metros de profundidad

San Martín esconde un tesoro a 300 metros de profundidad
San Martín esconde un tesoro a 300 metros de profundidad

Las dos mineras se ubican en los municipios de Cadereyta de Montes y Colón, en este último se extrae oro Khalid Osorio/fotos: Selene Ugalde El desarrollo en el poblado de San Martín, en el municipio de Colón, se encuentra ligado a la mina que se ubica en el lugar. Hace 30 años no había personas … Leer más

Las dos mineras se ubican en los municipios de Cadereyta de Montes y Colón, en este último se extrae oro

Khalid Osorio/fotos: Selene Ugalde

El desarrollo en el poblado de San Martín, en el municipio de Colón, se encuentra ligado a la mina que se ubica en el lugar. Hace 30 años no había personas de la localidad que trabajaran en la mina, por falta de conocimiento o por el peligro que representa; la mayor parte de los trabajadores preferían ir a buscar suerte a Estados Unidos, hoy ya no es así.

La extracción de oro y plata se convirtió en una de las principales fuentes de ingresos de los pobladores que optaron por afrontar el riesgo que implica trabajar en la mina para poder quedarse con sus familias, en lugar de correr los riesgos a los que se enfrentan los migrantes indocumentados.

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La compañía minera Peña de Bernal da empleo a un gran número de pobladores de los alrededores. Como a  las 2 de la tarde se puede apreciar a un gran número de personas que se encaminan hacia la entrada de la mina para comenzar su turno, todos ellos equipados con equipo de seguridad, lentes, cascos y botas que los protegen de las condiciones a las que se enfrentan bajo tierra.

José Carlos, un exminero que laboró durante cinco años en el área de geología de la mina, relata que las perforaciones que realizan para buscar nuevas betas de minerales requieren grandes esfuerzos. “Todo depende del tipo de suelo, a veces se presta y en un solo día perforamos hasta 200 metros. Otras veces es un suelo muy duro que no se puede taladrar”.

El trabajo bajo tierra es complicado, es un ambiente húmedo ya que muchas ocasiones encuentran yacimientos de agua y terminan empapados con un equipo pesado, teniendo que soportar el calor.

“Yo no extraño la mina porque adentro está muy canijo, salí y con mi liquidación puse un negocio. En ocasiones ganaba hasta 6 mil pesos por semana, dependiendo la cantidad de trabajo y el mineral encontrado”, comenta José Carlos, mientras se apura a irse ya que debe comenzar a preparar la masa para la pizzería que inició luego de terminar su trabajo en la mina.

Ahora el turno es de Fredy

Fredy es un joven que trabaja en la mina desde hace cinco años, él es el encargado de continuar con el proceso que realizaba José Carlos. Una vez que se encuentra una posible beta de oro, su trabajo es barrenar con un taladro de mano para que se pueda ingresar una cantidad de material explosivo y se pueda sacar la tierra en la que va mezclado el oro, plata y demás minerales que se extraen.

Para sacar tan solo una onza de oro, se requiere extraer entre 10 y 15 toneladas de tierra, porque por una tonelada se encuentran dos o tres gramos de oro”, comenta.

Los trabajos que realizan al interior de la mina pueden alcanzar 300 metros de manera vertical bajo tierra y 7 kilómetros recorridos a manera de espiral. Dentro de la mina no se percibe diferencia entre el día y la noche, dentro de la mina solo hay oscuridad, por lo que se requiere de luz artificial para realizar el trabajo.

“Hay en la entrada de la mina y algunos metros adelante, pero cuando llegas al fondo te debes auxiliar con una lámpara, de lo contrario no alcanzarías a ver tu mano, las lámparas que tenemos nos ayudan mucho, así como el equipo de protección que nos dan. Tenemos una careta con respirador, botas, casco, orejeras, lentes y ahora con el COVID-19 nos dan gel y cubrebocas”, menciona indica la forma de los respiradores con la mano.

Al igual que en las empresas de manufactura o en las oficinas, se toma la temperatura de los trabajadores al inicio de cada uno de los tres turnos. Adicionalmente tienen una plática sobre el trabajo que se va a realizar, las precauciones y no olvidar los procesos de seguridad que se deben realizar para evitar un accidente.

El equipo de protección personal y las capacitaciones de los trabajadores de la mina se han ido sofisticando son el paso de los años. Anteriormente, los trabajadores utilizaban lámparas grandes y pesadas que no brindaban una cantidad suficiente de luz que les permitiera trabajar. Ahora se utilizan lámparas con tecnología led, que son ligeras e iluminan mejor, comenta Fredy.

“Hay un señor que lleva trabajando ya como 29 años en la mina, él me dice que en sus tiempos no utilizaban mascarillas de protección, solo se amarraban un pañuelo o un paliacate húmedo para protegerse”, relata entre risas.

Algunos habitantes de San Martín se han quejado por las explosiones que se utilizan en los proceso de las minas. Argumentan que las casas que se encuentran en las inmediaciones de estas sufren afectaciones. Las quejas provocaron que la minera dejara de explorar una parte donde buscaba oro.

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Fredy, por el contrario, ve como un beneficio la existencia de la mina ya que brinda una fuente de empleo cerca de los hogares de los pobladores. Relata, por pláticas con personas mayores del pueblo, que anteriormente no querían trabajar en la mina, el miedo a que hubiera un derrumbe provocó que gran parte de los trabajadores llegaran de otras entidades donde ya tenían más experiencia en este oficio. Sin embargo, la mejora en los salarios y la preocupación de la empresa por sus trabajadores hizo que la percepción cambiara.

Si no fuera por la mina este sería un pueblo fantasma, hay mucha actividad económica por medio de la mina, hay mucha gente que vive indirectamente de la mina, que ya tiene una tiendita o venden algo. Cuando comenzaron las quejas nos dio miedo de que cerraran la mina, porque tendríamos que trabajar en otro lado y las ganancias de los trabajos terminarían en otro lugar”, dice Fredy.

Jesús Ontiveros y su esposa, Susana Soto, fueron beneficiados de manera indirecta con la mina, en un local adaptaron un comedor en el que preparaban comida para los mineros hace más de 20 años. Durante 8 años la actividad para su familia comenzó a las 5 de la mañana y concluyó a las 11 de la noche, relata Jesús.

A través de un contratista obtuvo un convenio para dar servicio y hospedaje a los mineros en la parte trasera del local. Relata que llegó a hospedar hasta 70 trabajadores que venían de otras entidades. Construyó pequeños cuartos en la parte trasera del local. “Todavía no terminaba un cuarto cuando me avisaban que ya iban a llegar tres personas más, no me daba tiempo terminarlos”, comenta.

Los mineros se convirtieron en su familia y en una fuente de ingreso. El dinero que percibía le daba ganancias, pero era un bono que les proporcionaban una vez al año, similar al reparto de utilidades, el que ayudaba a tener una mayor ganancia y lo motivaba a continuar con el comedor y el servicio de hospedaje.

“Ahí era la cocina, aquí comían y aquí vivían, prácticamente era una familia para mí. Yo me ocupaba desde temprano. Tenían que desayunar a las 6 de la mañana. Era terrible porque unos se iban y llegaban los que venían saliendo del otro turno. Me quería sentar un momento y no podía”, recuerda el señor Ontiveros.

Los mineros tenían cambios de humor al llegar a un lugar nuevo, y fue labor de Jesús tratar de tranquilizarlos a través de chistes o plática, hasta llegarlos a conocer bien.

“Era gente que estaba de malas porque extrañaba a su familia, su pueblo, su gente, e incluso la comida. Venían de Durango y no encontraban cosas a los que estaban acostumbrados. Yo les contaba un chiste parta que su estado de ánimo cambiara”, mencionó Jesús Ontiveros.

En los alrededores de la mina solo se alcanzan a percibir algunos túneles que ya no están en operación; grandes tanques resguardan la entrada de los mineros. A lo lejos se puede apreciar una gran cantidad de polvo blanco apilado, el cual ya tiene la dimensión de un cerro. Dicen que es producto de diversos procesos y que en él aun se pueden encontrar pequeñas cantidades de oro que se extraen del suelo queretano.

Datos sobre producción minera en Querétaro

La producción minera en el estado de Querétaro representó un monto superior a los 9 mil 231 millones de pesos en 2018. En la Entidad operan dos minas que extraen oro, plata, plomo, cobre y zinc, siendo este último el que se extrae en mayores cantidades.

El informe anual 2019 de la Cámara Minera de México muestra que la producción de oro fue de 420.2 kilogramos; de plata, 20 mil 458 kilogramos; la cantidad de plomo ascendió a 2 mil 596 toneladas; cobre, 3 mil 900 toneladas; zinc, 13 mil 634 toneladas.

Avanzó producción minera pese a COVID-19

Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la producción de oro y plata para el periodo de abril de 2020 en Querétaro fue de 25 y 199 kilogramos respectivamente.

Los municipios de Cadereyta de Montes y Colón son donde se ubican las dos mineras, siendo la de de Colón la única que extrae oro. La producción de plata es compartida y la mina de Cadereyta de Montes explota el resto de los minerales.

La mina Peña de Bernal, ubicada en Colón, tiene registros de exploración minera desde el año 1770, cuando era conocida como Mina de Ajuchitlán.

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