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Una vía, diversos mundos

Foto: Investigaciones Especiales AM de Querétaro
Foto: Investigaciones Especiales AM de Querétaro

Las vías atraviesan colonias marginadas en donde las casas son de cartón y madera, así como zonas donde se alcanzan a ver automóviles de lujo por encima de las bardas Khalid Osorio / Investigaciones Especiales de AM de Querétaro A lo largo de 370 kilómetros de vías, Querétaro –un estado que atrae inversiones y con … Leer más

Las vías atraviesan colonias marginadas en donde las casas son de cartón y madera, así como zonas donde se alcanzan a ver automóviles de lujo por encima de las bardas

Khalid Osorio / Investigaciones Especiales de AM de Querétaro

A lo largo de 370 kilómetros de vías, Querétaro –un estado que atrae inversiones y con economía en crecimiento –muestra sus contrastes. Esta realidad observa a quienes viven en la zona donde transita La Bestia, uno de los trenes más peligrosos y conocidos en el mundo por ser el medio de transporte utilizado por los migrantes cuyo objetivo es llegar a Estados Unidos.

Las vías atraviesan colonias marginadas, donde las casas son de cartón y madera, así como otras donde se alcanza a ver hasta tres automóviles de lujo por encima de las bardas que protegen la propiedad. El recorrido permite apreciar un entorno que cambia radicalmente a tan solo unos kilómetros de distancia.

Enrique Martínez, un exboxeador de 80 años de edad, llegó a Querétaro hace 50 años,  proveniente del entonces Distrito Federal. Su casa se encuentra en la colonia Felipe Carrillo Puerto, a un costado de las vías del tren. Enrique sale cada mañana a correr a la par de La Bestia. Entre rieles de acero, concreto y piedras que componen el paradero de la locomotora, encontró un pequeño espacio con piso firme; las ruinas de lo que fue una casa hasta que la empresa de ferrocarriles amplió la red de vías férreas y obligó a los habitantes a dejarla.

Enrique recuerda que, hace 50 años, existía solo una vía por la que corría un tren de pasajeros, que a la postre se convirtió en uno de carga y trajo consigo progreso para la formación de las colonias que hay alrededor. La industria se instaló cerca de las vías, diversas empresas llegaron a las comunidades que se encontraban en formación y comenzaron a utilizar los servicios del tren para trasladar sus productos; asimismo, los trabajadores se asentaron en lugares cercanos a las fuentes de empleo.

Foto: Investigaciones especiales AM de Querétaro

Tras el sismo de 1985, se multiplicó el número de personas que llegaron al estado provenientes del Distrito Federal. Los terrenos alrededor de las vías del tren pasaron de ser cultivos a convertirse en colonias como El Tintero, El Mirador, Santa Mónica y Las Teresas. En el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari, se construyeron más vías de carga y se consolidaron las colonias cercanas.

Don Enrique comenta que el ruido producido por el movimiento de los vagones y contenedores durante la noche ya no es molesto. El choque de fierros es un sonido familiar, así como la presencia de cuerpos de seguridad que custodian el tren debido a los robos que se presentan en la zona, a unos kilómetros adelante se encuentra la colonia Santa María Magdalena, lugar donde es común que exista el hurto de carga.

El exboxeador narra que algunos habitantes de dicha colonia han robado productos electrónicos, comida, refrigeradores y granos.

“Una vez robaron pantallas, era cuando comenzaban a salir y las estaban ofreciendo de casa en casa; traían una camioneta llena y las daban muy baratas. Yo no compré, pero varios vecinos sí les ofrecieron dinero por ellas. De repente andan ofreciendo de todo”, comenta mientras descansa sobre una columna de escombro.

En Santa María Magdalena, las casas son de madera o tabique rústico. Las puertas son improvisadas con resortes de lo que algún día fue un colchón y con sábanas de cama. Dos patrullas recorren las vías, una a cada lado, de ida y vuelta. En el lugar se pueden encontrar granos de maíz, tal vez los que don Enrique describió que fueron producto de un robo. También, destaca un puente alto para que las personas crucen de un costado a otro cuando hay vagones parados. El puente oxidado se mueve a cada paso por la ráfaga de aire. La colonia completa se puede apreciar desde arriba. La mayor parte de los techos son de lámina negra que se encuentra doblada por el paso del tiempo.

En esa posición se pueden apreciar camionetas de carga con sujetos que clavan la mirada en personas que no les son familiares. Repentinamente, un sujeto comienza a subir el puente –sin necesidad de hacerlo al no haber vagones cruzados–; conforme sube las escaleras se revela que su rostro está cubierto con una capucha. Es tiempo de partir. Entre silbidos del encapuchado que nos señala desde arriba del puente, dejamos el lugar.

Foto: Investigaciones especiales AM de Querétaro

Apoyan el llamado ‘sueño americano’

Los migrantes que pasan por la zona en su camino hacia Estados Unidos ‘montados’ en el tren han encontrado en los habitantes de las colonias cercanas la ayuda que necesitan, desde comida hasta ropa y asistencia médica. Los vecinos del paradero no se sorprenden al ver a personas solicitando apoyo como el señor Martínez, quien ha dado auxilio a algunas de ellas en su camino hacia el ‘sueño americano’.

“Una vez encontré a un chavo que ya venía de regreso. Dijo que era pintor y que en Nuevo Laredo lo agarraron los narcos y lo torturaron. Traía golpes en el cuerpo. No sé cómo se les escapó, corrió al tren y se fue. Aquí se bajó. Era un domingo; tenía hambre y sed. Me pidió un vaso de agua y le di una botella. Además, le compré unas tortas y ‘órale’; siguió su camino a El Salvador”, relata el señor Enrique.

Existen otras historias sobre cómo el tren influye en la vida cotidiana de manera positiva o negativa. Tal es el caso de María Cruz González, quien vive desde hace 47 años en la comunidad de Hércules –en la capital del estado de Querétaro–, nombre que recibe debido a una fábrica textil que se encontraba en el lugar. Atiende junto con sus hermanas un puesto de gorditas que comenzó su mamá hace más de 30 años, junto al paradero del tren. Iniciaron con un pequeño negocio de lonas hasta tener uno de lámina establecido.

Cruz González recuerda que los principales clientes eran personas que se congregaban en el paradero: los trabajadores que daban mantenimiento al ferrocarril, los empleados de la fábrica Hércules y los operadores que esperaban a que los vagones cargados con combustibles surtieran a la fábrica. Ahora, el paradero es una biblioteca para niños.

A la orilla de la antigua estación se encuentra la figura de un coyote gigante hecho de madera, en la cual se pueden encontrar mensajes de apoyo a los migrantes y números telefónicos a los que pueden hablar y con los que reciben ayuda en cada uno de los estados por los que cruza La Bestia. Como muestra de solidaridad por parte de los pobladores, se dejan víveres en la base de la figura para ayudar a quienes desean llegar a Estados Unidos.

El ruido y el movimiento que genera la locomotora a su paso son parte de la rutina que viven los habitantes a diario. Las precauciones que toman cuando se acerca son conocimientos que aprendieron a lo largo de su vida, pues la cercanía con el tren también trae recuerdos no tan gratos.

María señala un árbol que está a 50 metros del negocio y recuerda un episodio ocurrido en la tarde del 4 de marzo de 1987. Un tren se encontraba detenido. Momentos más tarde, se escuchó el ruido de otro que circulaba sobre la misma vía y segundos más tarde el estruendo creado por el choque. Uno de los dos llevaba una cisterna con amoniaco; comenzó a incendiarse y a lanzar fuego en los alrededores. Los habitantes, cuenta María, tuvieron que buscar refugio de las llamas y del peligro latente de explosión. “Dijeron que los vagones iban a explotar y corrimos todos espantados en la noche hacia el cerro”, dice mientras señala una colina con viviendas.

Cuando la cuestionan si prefiere vivir en un lugar sin vías, ella responde que no, pues fue el desarrollo el que se impuso al tren y aprender a vivir en el contexto es algo que se debe compartir con las siguientes generaciones.

“Mi mamá siempre nos dijo que tuviéramos cuidado con el tren y al igual nosotros con nuestras hijas”, comenta. En otra ocasión, dice recordando entre risas, personas le ofrecían maíz para sus gorditas a un precio mucho más bajo que el común. Esto se debió a que algunos vagones, por alguna razón, se doblaron y la carga del grano comenzó a salir. Quienes estaban cerca no dejaron pasar la oportunidad.

María dice que esta es una de las pocas veces que hubo un saqueo, situación que contrasta con la realidad de los vecinos de la comunidad de La Valla en San Juan del Río, zona en la que existen bandas criminales que de alguna forma detienen el acelerado paso del tren para robarlo.

Foto: Investigaciones especiales AM de Querétaro

El robo, un estigma en La Valla

Ana, habitante de La Valla, platica sobre el estigma que tienen las personas de la colonia debido al robo que existe en su comunidad. Eso les significa cargar con una culpa que no les pertenece y les dificulta conseguir trabajo en las empresas de los alrededores por la fama con la que cuenta su colonia. Lamenta esta situación, pues argumenta, por un puñado de personas que delinquen, todos los habitantes se ven perjudicados. Los conflictos entre los grupos delincuenciales y los elementos de seguridad son recurrentes, pero esa no es la realidad de todos, menciona Ana, mientras en su rostro se dibuja un gesto de enojo y cuyo reclamo no tiene un destinatario claro.

 

Foto: Investigaciones especiales AM de Querétaro

‘Cartolandia’

Se encuentra un sitio inaudito donde el tren detiene su marcha.

En San Juan del Río, cerca del patio de maniobras, se ubica ‘cartolandia’. Su nombre hace referencia a las pequeñas chozas de lámina, madera y cartón que reflejan la realidad de las personas que habitan el lugar.

Tiene similitudes a Santa María Magdalena, pero en ‘cartolandia’ las casas parecen encimarse una con otra y es difícil identificar sus límites. Solo hay un acceso, quizá para control de este asentamiento.

Al fondo del camino destaca un sillón viejo y roto en donde un grupo de hombres bebe cerveza mientras nos observan y quizá cuestionan la presencia de gente extraña. Poco a poco se acerca una señora de edad avanzada, empujando un triciclo con botes llenos de elotes. Cuando se ubica a unos metros de distancia, nos hace una señal y regala un consejo.

“Jóvenes, no se metan aquí, ¡Váyanse o les van a disparar! Hay personas que viven en este lugar y se dedican a la venta de droga. No hay gente buena aquí. Los del autolavado los vigilan”, dice mientras sigue su camino.

A pesar de la advertencia, esperamos unos minutos más para documentar la forma de vida en ‘cartolandia’. Un joven sale de una puerta de lámina. Luce desaliñado y en su mano derecha lleva un trozo de estopa que se lleva a la nariz para inhalar. Clava su mirada en nosotros. Unos metros antes de salir a la calle, una camioneta Ford se cruza en el camino, nos orillamos y dejamos que prosiguiera su marcha.

El vehículo rompe con la armonía del ambiente: llantas altas, doble cabina, un color azul brillante que contrasta con el color gris del asentamiento.

Un improvisado cuartel militar se ubica a unos metros de este asentamiento. Los soldados caminan entre los vagones del patio de maniobras, siempre con un un arma colgando de los hombros. Por seguridad, no proporcionan sus nombres, pero refieren que están en ese lugar para prevenir el robo.

Sobre ‘cartolandia’ y la pequeña referencia acerca del lugar, un militar asienta con la cabeza y sostiene lo siguiente: “Sí. Es una colonia difícil, aunque antes estaba peor. Parece que ya le bajaron un poco”.

A lo largo de las vías se observan los contrastes: zonas de abundancia, de comercio, donde el tren trajo progreso, oportunidades para quienes decidieron vivir a unos metros a pesar del ruido y vibración de las locomotoras, pero también existe otra realidad de las entrañas del Querétaro profundo, donde las personas se adaptaron a una bestia  de acero que llegó antes que ellos y casi 100 años después todavía opera.

 

Foto: Investigaciones especiales AM de Querétaro

ACCIDENTES

En La Valla, el paso del tren no parece beneficiar a la comunidad.Los accidentes ocurridos en el cruce de las vías y la entrada al pueblo son una constante. Cuando escuchan el choque de fierros en esa zona o el lamento de personas heridas cuyos automóviles fueron golpeados por el tren, solo expresan “otra vez, no entienden”, pues la imprudencia de los conductores es la principal causa.

El suceso más reciente tuvo un impacto nacional; ocurrió el 11 de octubre de 2019, cuando el tren embistió a un camión de pasajeros que dejó nueve muertos y varios heridos.   no te pierdas mañana la segunda entrega de este
reportaje.

Foto: Investigaciones especiales AM de Querétaro

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