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Resilencia, la prueba en 3 fases

Resilencia, la prueba en 3 fases/ Foto: Isaac Muñoz
Resilencia, la prueba en 3 fases/ Foto: Isaac Muñoz

Una realidad que no conocíamos emergía de la naturaleza para revelarnos la fragilidad de la que los seres humanos estamos hechos Isaac Muñoz Era el ocaso de febrero cuando escuchamos que por vez primera yacía en nuestra patria aquel virus denominado con un sintagma que nos recordaba al año precedente, y que había cambiado para … Leer más

Una realidad que no conocíamos emergía de la naturaleza para revelarnos la fragilidad de la que los seres humanos estamos hechos

Isaac Muñoz

Era el ocaso de febrero cuando escuchamos que por vez primera yacía en nuestra patria aquel virus denominado con un sintagma que nos recordaba al año precedente, y que había cambiado para siempre la vida en continentes enteros.

Una realidad que no conocíamos emergía de la naturaleza para revelarnos la fragilidad de la que los seres humanos estamos hechos.

Foto: Isaac Muñoz

Desde la trinchera queretana comenzaron a atisbarse impulsos de consumo; ya la etiqueta ‘compras de pánico’ se repetía como un bucle en cada plana periodística y sólo entonces la sociedad mexicana se reconoció en medio de un problema que habría de enfrentar ya no desde el más primitivo instinto de supervivencia, sino desde un sentimiento superior: la empatía. Así comenzó la primera fase del COVID-19 en México.

El modus vivendi se reinventó y conocimos el duro rostro de la distancia. ¿Podemos abordar la vida desde lo digital?, tal pregunta superó su condición de filosófica para sumergirnos de lleno en la búsqueda práctica de su respuesta.

Foto: Isaac Muñoz

Escuelas, negocios, empresas, todo sector hizo esfuerzos por mantenerse comunicado a la esperanza de no perder el ritmo de sus operaciones.

Foto: Isaac Muñoz

La vida en línea arribó masivamente a los hogares y estos devinieron en una multiplicidad de espacios que a veces oficina, a veces aula, respondieron al distanciamiento social obligado por la llegada de la segunda fase de la epidemia en nuestro país aquel 24 de marzo.

A un mes de la segunda fase declarada el silencio en las calles ya era costumbre.

Para aquellas personas que lograron adaptarse al distanciamiento y al encierro no fue menos difícil, pues demonios internos se remarcaron en los hogares; sin embargo, nuevos métodos de enfrentar la adversidad resplandecieron: el humor en las redes sociales nunca tuvo un papel tan significativo reavivar los ánimos; dietas llenas de creatividad unieron a las familias; el tiempo, en apariencia eterno, se prestó para llevar a cabo rutinas de ejercicio que antes no eran logradas.

Así, la fase 3 se vio declarada un 21 de abril y nos dimos cuenta de la resiliencia que habíamos forjado. Una prueba de estrés a la que demostramos no rompernos nos enseñó que somos capaces de más.

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