Tamales “La Cruz”, más de 50 años de tradición queretana

Víctor Xochipa

Ana María de la Luz Paulín Martínez, hija del matrimonio que inició la primera venta de los tamales “La Cruz” sobre la calle de Arteaga nos narró su inicio.

La familia Paulín Martínez en 1965, tenía una tienda de golosinas sobre la calle de Madero, sin embargo no vendían mucho, así que decidieron empezar a vender tamales para incrementar sus ventas y sostener la renta del local, no obstante, a los 3 años de incursionar en la gastronomía les pidieron el local. Ante las buenas ventas que tenían decidieron seguir vendiendo los tamales ahora en la entrada de su casa, en la calle Arteaga número 41,  donde también ofrecían hospedaje a trabajadores de la industria.

En los años setentas y ochentas vivieron el mejor momento de ganancias de los tamales, la gente los comparaba con los tamales de las religiosas “Marianas” que se distinguían por su buen sabor.

La señora, Ana María nos cuenta que el negocio de los tamales lo heredó de su madre en 1982, antes de esa fecha no vendían atole, hasta que un cliente les hizo un pedido grande, era un sindicato de auto partes de Santa Barbará que cada año -el 12 de diciembre- hacía un pedido de mil tamales y mil litros de atole, esta cantidad creció hasta 13 mil piezas. Actualmente el negocio se encuentra en el número 50 de la calle Arteaga.

Cabe mencionar que el negocio era familiar, toda la familia ayudaba a hacer los tamales, las salsas, la carne, todos se reunían a trabajar de forma armoniosa y notable.

No tenían competencia, y se daban el lujo experimentar en sabores y nuevos tamales. La señora Ana María nos dice que los tamales verdes costaron mucho en vender, porque la gente está acostumbrada a los rojos, ella también fue la primera en vender tamales de hoja de plátano, pero la gente no los compraba. Ahora los tamales que se venden más son los verdes, ella cree que se debe a que cada vez hay más gente de otros lados.

“En los noventas, como cada negocio pagaba su derecho a piso, ya en el 2000 empezamos a tener más competencia; si antes se vendían 500 tamales en un día, ya después sólo se vendían 300. Ahora esta venta se ha dividido cada vez más, con la pandemia las ventas bajaron… porque la gente no salía, algunas se quedaron sin empleo, así que afectó. Pero después de 50 años aquí seguimos, ya estoy grande de edad, así que mis nietos serán los que van heredar el negocio de los tamales (ríe). Esta calle de Arteaga es vital para mí, aquí se escribió la historia de mis padres, mi familia, mis hijos y ahora de mis nietos”, finalizó Ana María de la Luz Paulín Martínez.

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