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Lo que le falta al falso Mesías: Mario Maraboto

Previo a las elecciones, el presidente de México pontificó desde su púlpito en el suntuoso Palacio Nacional Mario Maraboto Si hay algo que ha caracterizado al actual titular del Poder Ejecutivo, es expresar datos sin fundamento, verdades a medias, injurias y vituperios para los críticos del poder, expresiones triunfalistas, desdeñar fallos y sentencias adversas, narrar … Leer más

Previo a las elecciones, el presidente de México pontificó desde su púlpito en el suntuoso Palacio Nacional

Mario Maraboto

Si hay algo que ha caracterizado al actual titular del Poder Ejecutivo, es expresar datos sin fundamento, verdades a medias, injurias y vituperios para los críticos del poder, expresiones triunfalistas, desdeñar fallos y sentencias adversas, narrar la historia a conveniencia y, paradójicamente, tener como emblema la figura del Presidente Benito Juárez y proclamar abiertamente la fe religiosa que profesa AMLO.

Previo a las elecciones, el presidente de México pontificó desde su púlpito en el suntuoso Palacio Nacional: “…lo que yo practico tiene que ver con Jesús Cristo, porque yo soy seguidor del pensamiento y de la obra de Jesús, creo que es el luchador social más importante que ha habido en el mundo, en la Tierra. Por eso los poderosos de su época lo seguían, lo espiaban y lo crucificaron, porque él era amor y profesaba un profundo amor a los pobres, a los débiles, a los humildes.”

Curiosamente tal afirmación se da días después de que la revista The Economist publicó en su portada el artículo “El Falso Mesías de México”, pero nuevamente AMLO narra la historia a conveniencia. Hasta donde saben los estudiosos, a Cristo no lo crucificaron por su amor a los pobres, a los débiles y a los humildes: Jesús murió por amor a toda la humanidad para redimirla de sus pecados, pero lo condenaron, por un lado ante el tribunal sacerdotal judío por blasfemia al declararse Hijo de Dios ante el sumo sacerdote, por el otro, Pilato lo condenó por perturbar al pueblo con sus acciones y usurpar el reinado del César “No tenemos más rey que César” (Juan
19,15).

Si, como dice es seguidor del pensamiento y de la obra de Jesús, le falta demostrarlo. Para empezar, Jesús entendía el poder como servicio humilde y discreto y no como oportunidad para lucrar y lucirse de manera pretenciosa. Por ello lavó los pies a sus discípulos: "… el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos…” (Marcos 10, 45).

Jesús amaba a todos por igual y no odiaba ni siquiera a quienes lo crucificaron; tal era su amor que desde la cruz pidió a Dios perdonarlos porque no sabían lo que hacían. El presidente cotidianamente manifiesta su odio a quienes lo critican y a los regímenes del pasado calificándolos de distintas formas y juzgándolos para desprestigiarlos. Aunque siempre ha dicho “abrazos, no balazos” cada una de sus arteras condenas a sus críticos son balas que les hieren el alma aunque no afectan sus pensamientos e ideas.

El Salvador trataba con los hombres mostrando simpatía; atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Este falso mesías que pretende gobernar a un gran país ha olvidado manifestar simpatía y atender las necesidades de millones que depositaron en él su confianza para satisfacer sus necesidades y ayudarlos a salir de esa condición que denigra la dignidad del ser humano: en vez de dar, les ha quitado apoyos con el pretexto de acabar con la corrupción del pasado (no la del presente).

Jesús se relacionaba con las mujeres en una sociedad en que eran más bien un objeto de tentación, propiedad del varón y poco menos que seres humanos; comía con sus amigas María y Martha y curó a la suegra de Pedro al igual que muchas otras mujeres (Lucas 8, 2).El actual presidente parece sólo tener relación con las mujeres de su círculo cercano pero es evidente que las mujeres del país le son indiferentes y no le preocupa la situación por la que pasan muchas de ellas, e inclusive descalifica y critica las manifestaciones femeninas y no expresa ningún tipo de solidaridad ante las agresiones de que son víctimas como sucedió en el zócalo de la Ciudad de México el pasado 8 de marzo.

AMLO el cristiano ha olvidado que el amor se debe manifestar en obras, no en palabras. Como dice el Evangelio: mi madre y mis hermanos son quienes cumplen la voluntad del Padre (quienes cumplen, no quienes predican).

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