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Lingüistas buscan modificar la terminología periodística

Foto: Especial
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De manera clandestina se dieron a conocer las actualizaciones propuestas durante el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española realizado en Argentina Desde fines de marzo de este año, cuando los académicos –en Córdoba, Argentina, durante el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española– se pusieron a trabajar para reformar el idioma español, han salido … Leer más

De manera clandestina se dieron a conocer las actualizaciones propuestas durante el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española realizado en Argentina

Desde fines de marzo de este año, cuando los académicos –en Córdoba, Argentina, durante el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española– se pusieron a trabajar para reformar el idioma español, han salido a la luz, aunque de manera clandestina, algunos apuntes que servirán de base para definir un nuevo diccionario sobre la terminología periodística porque, según los lingüistas castellanos, los usos expresivos de la industria de la comunicación también se han corrompido.

La periodista Víctor Roura informó la noticia y publicó: “Adelanto los esbozos que han tenido a bien filtrarme dos amigas europeas… He aquí los futuros vocablos, que más nos valdría ir aprehendiéndolos si no queremos vernos fuera de la jugada. Transcribo tal cual la filtración”.

De confirmarse dicha filtración, la periodista dice que pronto podrán consultarse los vocablos en los nuevos diccionarios “de esta muy próspera y leal Academia de la Lengua”.

  1. Etica. Sin la tilde en la e, es ahora una representación de lo que en realidad es en la práctica: un sujeto sin personalidad. Si finalmente todos la pronuncian acentuada en la e, ¿para qué vamos a desperdiciar las tildes de nuestro tablero idiomático? Si acentuar las palabras cuesta más si las ponemos en los mensajes de los móviles, ahorrémonos los acentos que con ellos o sin ellos las palabras no pierden su encanto. Después de todo, los periodistas no tienen ética sino etica, la cual, esta última, se escucha como más chiquita, como más enternecedora, como sin mayor sentido, sin importancia, sin trascendencia, pero más sonoramente griega.
  2. Industria mediatica. Coincidiendo con la búsqueda de la locución anterior, tenemos que concluir que una empresa mediatica está fusionada por dos palabras: media y ética, donde pierde su tilde, y de paso la letra misma, para ensamblarse ambas palabras con fortaleza: mediatica. ¿De dónde si no procede el término?

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  3. Mercadiorismo. Pareciera que el gremio en su generalidad se entiende mediante el libre mercado, por eso se les disculpa (o, más bien, nadie discute sus debilidades ni sus aparatosos defectos periodísticos) sus constantes mediocridades en el orden informativo. Digamos, los conductores (periodistas también se llaman a sí mismos) deportivos, durante el transcurso de una transmisión deportiva, lanzan mensajes de sus patrocinadores como si tal cosa fuese un acontecimiento normal en el ejercicio periodístico. De ahí que este término defina bastante bien a numerosas personalidades de la prensa, enriquecidas precisamente por su zaheridor comportamiento, porque curiosamente el mercadiolista es, por lo regular, un personaje ya elevado a las cotas altas de la sociedad, ya que comprende a la perfección que su oficio es el motivo esencial para acumular riqueza, y no tiene empacho en contradecir la afortunada entelequia.
  4. Periodiosmo. Si bien es un juego arcaico de palabras, precisa a la perfección el actual estado del periodismo en el mundo, cuyo bajo fondo se halla en los odios del poder, ya económicos, ya teológicos, ya políticos, ya criminales, ya sociales, ya deportivos, ya culturales… Ya no se hace periodismo, sino peri[odio]smo, donde los frutos financieros son perseguidos con insana jocosidad. Odio por todas partes, aquí, allá, acullá… La prensa no puede ser la excepción.
  5. Periofifistas. Dícese de aquellos que, por no estar de acuerdo con el sistema político, endilgan todos los pesares al Gobierno, aunque hay quienes dicen que son los enconados con el Gobierno por no abrir su cartera publicitaria dejándolos al margen de las ganancias a las que se habían acostumbrado, si bien el adjetivo procede, sobre todo, del calificativo despectivo que tenía la clase media de las personas que se sentían adineradas o con poder careciendo en realidad de ellos. El rico y el fifí no son la misma cosa, porque el primero lo posee todo y el segundo pretende poseerlo.
  6. Portaliodismo. Ya que el periodismo se va quedando cada vez más sin periódicos, surge la pululante figura del portaliodismo donde cualquiera puede ejercer de periodismo si así lo desea creando, a modo, un portal para ver de dónde puede extraer dinero, porque ya se has presentado, estos portaliodistas, que tanto a políticos como a empresarios les va importando menos el contenido informativo a cambio de una caudalosa numeralia en seguidores, de ahí que portaliodistas, sin ser periodistas, mantengan ‘likes’ millonarios en busca de la riqueza sin ningún ánimo social.

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  7. Prenza. Medio donde se adornan las noticias. Como a las niñas, que las embellecen con una trencita a cada lado de la cabeza, igual la prensa debiera revertir ya, en su totalidad, su presentación desde la portada, como lo hacen ahora ­­–con desinhibido desparpajo– numerosas publicaciones, como si fueran pantallas de televisión: descabezados y nalgas redondas, asesinatos y cuerpos perfectos, secuestros e infidelidades, mentiras y enriquecidos, salvajismo y fama. Prenza, en los tiempos donde la internet está a un paso de superar a los medios de papel, sería un nombre más apropiado.
  8. Repostrero. Reportero es una palabra ya en desuso. Un reportero ya no reporta. Por eso repostrero se apega más a las actualidades, porque el que reporta lo hace después del banquete que previamente ya ha ofrecido la industria mediatica en contubernio con la comunicación oficial; de ahí que su nota, como los postres, vayan detrasito (detrasito, no detracito) del grande guisado que ya se devoró. Los repostreros sabrán qué hacer, desde luego. Escribirán la nota que ya todo el mundo vio en sus aditamentos digitales con antelación.

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  9. Tudismo. No es un asunto de misticismo espiritual, como el budismo, aunque casi. Pues el ludismo electrónico ya se ha vuelto un ejercicio de semánticas fervorosas, como para los católicos asistir a misa los domingos. Por lo tanto, ya se han diseñado periódicos (teóricamente todos) para los portadores de los soportes digitales: se han acortado los textos para otorgar prioridad a las imágenes, como ha corroborado con éxito inusitado YouTube. Los tuits son ahora los textos periodísticos. De allí su apresurada abreviatura: tuits, que suplen al viejo periodismo. La cuestión es leer cada vez menos. Tu(itsperio)dismo. Finalmente sigue siendo un ismo. Mientras se escriba menos, mucho mejor. Hacer tudismo es construir un camino paralelo: con pocas palabras, en tuits acelerados, decir lo suficiente.

Notimex/MAA

 

 

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