En Bacalar se alberga un tesoro hermoso: La laguna de los siete colores.

Es un sitio con mucha historia pues fue escenario de enfrentamientos entre mayas y españoles; posteriormente, fue víctima de piratas ingleses, franceses y holandeses

Giovanna Cancino

A 40 kilómetros de Chetumal, capital de Quintana Roo, se encuentra Bacalar, uno de los poblados más importantes al sur del país. Su nombre en maya significa ‘cerca o rodeado de carrizos’ y ahí se alberga un tesoro hermoso: La laguna de los siete colores.

Se le llama así por las diferencias en los suelos de su fondo, la de sus profundidades y la variación en la intensidad de los rayos del sol, las que causan que sus aguas reflejen siete diferentes tonalidades de azul.

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La laguna se extiende apacible y pintoresca al lado de Bacalar y es ideal para los amantes de la aventura y la naturaleza. Es un sitio con mucha historia pues fue escenario de enfrentamientos entre mayas y españoles; posteriormente, fue víctima de piratas ingleses, franceses y holandeses.

Se cree que es hogar de algunos de los organismos que podrían descifrar el origen de la vida y los secretos que dejaron los piratas de los siglos XVII y XVIII cuando se escondieron allí. A sus orillas se encuentra un balneario, hay palapas para comer, excursiones en bote por la laguna y otros servicios turísticos.

En el museo de la Guerra de Castas, ubicado en el Fuerte de San Felipe de Bacalar, se exhiben armas y objetos de los fundadores de Bacalar y de sus luchas contra los mayas, así como del ataque de piratas que sufrió la ciudad por su importancia comercial a la orilla de la laguna. Sus fachadas en todo el pueblo demuestran que fue un sitio lleno de cultura. La historia de la zona se narra por medio de mapas, cédulas y dibujos.

También se podrá disfrutar del Cenote Azul, ubicado a  cuatro kilómetros de Bacalar, famoso por la transparencia de sus aguas, que permiten observar perfectamente desde la superficie hasta una profundidad de más 30 metros y cuenta con un restaurante.

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Es considerado como un lugar paradisiaco, ya que enamora con sus pequeñas casas de pescadores, su laguna verde-azul y el parque ecoturístico Uchben Kah, donde se puede nadar, hacer ‘snorkel’, bucear o realizar tranquilos paseos en lancha. Hay instructores profesionales en la zona para descubrir sus cuevas submarinas e infinidad de recovecos.

Se podrá disfrutar de un hermoso paisaje en lancha, kayak, velero o moto acuática, mientras el canto de las aves arrullan a los visitantes.

También se podrá visitar la Iglesia de San Joaquín, patrono de la ciudad, la cual fue restaurada luego de la Guerra de Castas.

Las personas que viajen en agosto podrá disfrutar de las fiestas en honor al santo patrono, y conocerán las tradiciones del pueblo, actividades religiosas, carreras de lanchas y competencias de motonáutica.

Además, a los alrededores hay productos locales como el tallado de madera, los huipiles bordados a mano, la utilización del palo de tinte para teñir ropa, preciosos tejidos, cestería de palma y hamacas tejidas a mano.

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Y si los visitantes son de alma aventurera, se puede ser pirata por un día y navega por los rápidos que desembocan en el río Hondo o en el estero de Chac, de la misma forma que lo hacían los cortarios en su época.

Bacalar es un lugar cien por ciento para la relajación: la energía que transmite llenará a los visitantes de paz y de tranquilidad. La naturaleza incluso puede hacer vivir una experiencia sanadora.