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Pastoreo entre zonas industriales de la capital

Pastoreo entre zonas industriales de la capital /Foto: Selene Ugalde
Pastoreo entre zonas industriales de la capital /Foto: Selene Ugalde

Don Margarito Ramírez saca a pasteorear todos los días a sus borregas y vacas, en medio de la zona industrial ubicada en Carrillo Puerto en la capital queretana Selene Ugalde  Lo que antes era el ejido de Carrillo Puerto ahora es la Zona Industrial en esta delegación. En este pequeño territorio Margarito Ramírez Ramirez continúa … Leer más

Don Margarito Ramírez saca a pasteorear todos los días a sus borregas y vacas, en medio de la zona industrial ubicada en Carrillo Puerto en la capital queretana

Selene Ugalde 

Lo que antes era el ejido de Carrillo Puerto ahora es la Zona Industrial en esta delegación.

En este pequeño territorio Margarito Ramírez Ramirez continúa haciendo lo que sabe hacer desde hace más de 56 años desde antes que hubieran fábricas y casas: pastorear.

“Ya no es igual” dice Margarito que desde hace 40 años noto un cambio en las condiciones del lugar que empezaba a urbanizarse y quien desde la 1:30pm hasta las 6:15pm cuida su ganado entre calles, coches, fábricas y plazas comerciales.

Alrededor del desagüe de la zona industrial crece el pasto con el que se alimentan sus borregas y vacas. “Aquí no descansas -dice Margarito- días de fiestas y días domingo tienes que darles de comer”, quien continuó pastoreando a sus borregos mientras la ciudad permaneció en confinamiento.

Don Margarito cuenta con 113 borregas, 25 borregos, 1 semental y 2 vacas, a las que conoce muy bien por su convivencia diaria.

Cuando sale a la calle con sus borregas y vacas él las dirige, esto ha implicado una adaptación en la comunicación tradicional del pastoreo. Cuando pasan una calle y ve el semáforo verde, les grita “espérense” y las borregas esperan el cambio de semáforo para cruzar la calle o atravesar el tráfico. La mayoría de coches son tolerantes, les causa gracia o curiosidad y se detienen para dejar pasar el ganado.

“Ya las conozco a todas. Ya sé cuál falta. Ese siempre se me iba para tal lado y ahí se tiene uno que ir a buscar. Se encariña, luego, uno. Cuando matamos nosotros para comer uno, les digo, ahí mátenla cuando yo no esté. Agarren esa cuando yo no esté, órale. Ya cuando llego ya está en el horno y luego pienso que mejor no se las hubiera dado. Así nada más no se puede, te encariñas con el ganado y piensas tú, si vendo más, ya voy a tener más poquitas. Si no lo hubiera yo vendido, aquí lo trajera todavía”.

Para Margarito el pastoreo no sólo es su forma de subsistencia sino su forma de vida y a pesar de las condiciones adversas ha encontrado una forma de adaptarse a la ampliación urbana.

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