Después de haber analizado el artículo “Unas gotas de fenomenología” y ver como una misma realidad se puede derivar en muchas realidades divergentes cuando es vista desde variados puntos de vista, descubro que la fiesta de los toros no es ajena a esta situación. El pasado fin de semana, en el recientemente abierto “Relicario de Puebla”, se presentó un único hecho que fue la lidia de “Seda Blanca”, toro de Villa Carmela marcado con el número 85 y que durante ésta presentó recorrido, nobleza, clase, acometividad pero por otro lado, carencia de transmisión, le faltó empujar y humillar más en el caballo, y en banderillas se dolió sin hacer hilo y fue pasado con solo dos pares.
El punto de vista del Juez de Plaza, el Matador en Retiro José Antonio Gaona, mostrándose firme, convencido de su decisión y aguantando estoico, tanto a la presión como los insultos del respetable, determinó que el toro no era de indulto y solo le concedió una vuelta. El siguiente personaje estuvo a cargo de alguien a quien por desgracia ya conocemos, el Sr. Rafael Herrerías, quien con lujo de protagonismo, prepotencia y carencia de educación se presentó ante el Juez de Plaza para increparlo y reclamar el porqué de la negativa de perdonarle la vida a un astado que, según su perspectiva, bien lo tenía merecido. El tercer participante en esta escena fue el aficionado-espectador, el cual estuvo dividido en dos grupos: el que estuvo presente en el coso poblano y que contagiado por la euforia, su poco o mucho conocimiento y que con pañuelo en mano, chiflidos y gritos pedían el indulto del astado. Por otro lado, el que a través de ese maravilloso invento que es el internet, estábamos siguiendo la corrida y que con un poco más de calma y análisis coincidíamos en su mayoría que “Seda Blanca”, a pesar de las condiciones presentadas y que estuvo por encima del diestro, no era merecedor de regresar a la dehesa. Por último, el narrador de la corrida, que durante la citada lidia tuvo la habilidad de transformarse en Juez de Plaza, Ganadero y portavoz de la afición anticipando un indulto, defendiendo a ultranza la bravura del toro y alzándose como portavoz del aficionado-espectador reclamando sus derechos.
Es así como con este breve ejercicio podemos ver la subjetividad que encierra esta bella fiesta. Un mismo hecho y diferentes perspectivas, y cada una de ellas es válida para su punto de vista, por lo tanto, ¿cuál de estas realidades es la verdadera?.