Al hablar de un orden jurídico, es imposible aislar lo referente a las formas de gobierno. Para que exista un ambiente de legalidad, es necesario contar con instituciones y autoridades que implementen, difundan y procuren la correcta aplicación de la norma.
Hoy, en tiempos electorales, el país puede ser dirigido por un líder populista. Pero, ¿qué es el populismo? uno de mis historiadores preferidos, Enrique Krauze, ofreció una conferencia en Perú en donde discernía la discrepancia entre democracia y populismo.
Menciona que la primera, es la representación más congruente y funcional para llevar a cabo las tareas del Estado. La democracia es la mejor vía de organización para hacer valer derechos políticos. Los entes gubernamentales han fallado, pero el modelo es acertado.
Sobre la corriente populista, definiría Krauze, como aquella que produce un vínculo hipnótico entre el pueblo y este ícono social que pretende resolver de una vez y para siempre, las carencias de los ciudadanos.
En países que ya han sido gobernados por esta ideología, generalmente, esta personalidad, opta por expropiar las industrias nacionales para aumentar no solo el poder que ya tiene sobre la gente a través de promesas que muchas veces son ficticias, sino también potencializa un fondo económico que le permite seguir haciendo su voluntad.
Una cosa es totalmente cierta, hay varias caras del populismo; si comparamos, Lula da Silva en Brasil, demostró un cambio en sus convicciones y decidió abrirse al mundo en busca de capital extranjero, contrario a lo vivido en el régimen de Evo Morales en Bolivia.
En el otro extremo, está Hugo Chávez en Venezuela, sumiendo en una terrible desesperanza a nuestros hermanos latinoamericanos. Pero eso sí, en tiempos de campaña, prometió un cambio social. Vaya que lo hizo.
La experiencia nos dice que este modelo es fallido, todas estas naciones tienen pobreza, desigualdad y sufren autoritarismo. Existe una delgada línea que separa entre sí a las diferentes maneras de gobernar.
Si manejas mal una democracia puede entenderse en una tiranía disfrazada de populismo. México está a tiempo para corregir su rumbo y no dejarse llevar simplemente por el voto de castigo.