El 24 de abril tuve el privilegio de presentar una ponencia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAQ, lo cual me dejó una experiencia muy valiosa y de mucho aprendizaje.
Recordé cuando un candidato a la Presidencia de la República, en 2012, fue corrido a zapatazos de una universidad a la que acudió en campaña, aunque me parece lamentable que se hayan dado las cosas así. Comprendo el rechazo y la molestia de los jóvenes que en su momento cometieron tal acto.
Mi situación fue totalmente distinta, y más porque yo no iba a buscar un voto. Simplemente era un evento académico en el que se compartían experiencias relacionadas con la actividad que desarrollamos en el Consejo Temático Municipal de Urbanismo de Querétaro.
Tratándose de un tema del cual conozco el trabajo, por haberlo realizado conjuntamente con mis compañeros, era evidente que sabría responder las preguntas de los jóvenes.
Desde la perspectiva juvenil académica, sus preguntas fueron directas y en algunos casos tocaban puntos que tal vez serían difíciles de responder para un político.
¿Por qué lo digo así? En nuestro caso, como ciudadanos, nos resulta sencillo señalar cuando una institución nos abre la puerta, cuando no, o cuando simplemente simulan que brindan atención. En el caso de la política, a veces deben mostrarse respetuosos de algunas personas, procesos, instituciones o temas que podrían hacerles daño en caso de opinar inadecuadamente al respecto.
Por eso, mi respeto a la labor política. No es fácil buscar liderar una Legislatura o un Gobierno, más cuando se enfrentan a cuestionamientos fuertes o puntuales, como los que se hacen desde el ámbito académico, que en esta ocasión me dejó entrever cierto hartazgo de los temas políticos.
Por lo anterior, me permito invitar a los candidatos a proponer proyectos bien sustentados y con verdadera vocación social, más allá de un discurso y promesas, a que las promesas sean factibles.
Amable lector, me permito invitarle a leer con detenimiento las propuestas y cuestionarlas, como los jóvenes, antes de tomar una decisión para su voto. La obra pública nos molesta unos meses, pero una vez terminada, nadie se atreverá a demolerla.
Por: @ArqLorea: Arquitecto con 14 años de experiencia. Ha participado en la administración pública y privada en el área de obras. Es docente de la UNIVA.