Colombia y Venezuela, hermanos en la lucha de la independencia del yugo español, lo son ahora en corrupción y comportamiento, innobles de sus dirigentes políticos.
El conflicto interno que vive Colombia, tras conseguir la paz con los insurgentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), aumentó de manera significativa la muerte de líderes sociales, y con ello el desplazamiento de población en la zona del Catatumbo, en el norte de Santander, por la lucha de los territorios productivos de coca por parte de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los ‘pelusos’, otro grupo irregular que tiene como clientes a cárteles mexicanos.
Los hechos sirvieron para que el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, señalara en otra de sus cantinfladas –como es costumbre en él– que la muerte de los líderes sociales era producto “de líos de faldas”, lo que provocó indignación y obligó al Ejecutivo a enviar al vicepresidente de la república, Óscar Naranjo, y varios de sus ministros, a la zona tras reconocer la gravedad de la situación, tras los pronunciamientos de organismos internacionales.
A la par, se conoció que recursos de la paz entregados para las víctimas fueron desviados y con ello un nuevo caso de corrupción, que se suma a otros como el de Odebrecht.
Mientras esto sucede en territorio colombiano, al otro lado de la frontera se conoció que en el Hospital de San Cristóbal, la capital del estado Táchira, además de la falta de medicamentos, los enfermos no tienen que comer, un reflejo de la crisis de corrupción.
Asimismo, se conoció la clonación del sistema informático de la entidad estatal venezolana Petróleos de Venezuela (Pdvsa), para amañar operaciones y saquear la empresa, algo que no es nuevo y que acaba de llegar a los tribunales de Estados Unidos, para darle su trámite. Ahí quedará todo, porque el presidente Nicolás Maduro nunca enviará a uno de sus connacionales a cumplir una condena en territorio estadounidense.
Pdvsa, la imagen de la petrolera nacional venezolana, es otro monumento de corrupción donde los dirigentes la han venido saqueando de manera reiterada.
Por- Pedro L. Jáuregui: Periodista y colaborador del diario La Opinión de Cúcuta en Colombia, desde hace 35 años. Egresado de la Universidad Francisco de Paula Santander y del Instituto Técnico Nacional de Comercio.