Tenemos que revisar la conducta de los precandidatos a la presidencia para saber si alguno de veras merece nuestro voto –leyó el hermano Profundo al iniciar el Capítulo General de fin de año.
–Efectivamente –continuó el hermano Escribano–, por ello pedimos la intervención de los hermanos Primitivo, Pancracio y De Morena.
–Lo primero que debemos considerar –inició Primitivo– es que Toño Meade fue quien recomendó a los contendientes un examen de buena salud física y mental, debido a que López Obrador dice demasiadas tonterías; lo mismo que Ricardo Anaya, quien en su ambición de poder, manipula al PAN y hasta al PRD.
–Mira Primitivo –dijo Pancracio–, te recuerdo que fue Anaya quien sugirió un examen de conciencia para Meade, ¿o acaso no ha estado enterado de todas las corruptelas de los priistas?, ¿no me digas que desconoce las porquerías que ha habido en el gobierno de Peña Nieto? Ahora resulta que es una blanca palomita. Y de ‘El Peje’, ya sabemos que es un populista capaz de aliarse hasta con el chamuco.
Los ánimos se comenzaban a calentar. Alguno comentaba en voz baja, varios tamborileaban y otros ya estaban ansiosos. Fue entonces cuando participó De Morena.
–Son parte de la mafia que conocemos –indicó–, la mafia del poder. Tenemos un PAN desdibujado, que ya no es ni chicha ni limonada, junto con un PRD mediatizado.
Anaya es ‘aprendiz de mafioso’ y un ‘pequeño Hitler’, por eso lo denuncian hasta los propios panistas, a los que ya ha traicionado.
–Sabemos que el Frente surge de un pacto entre Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, y que se han dedicado a simular procesos democráticos que engañan a todos, son parte de una gran farsa. Y el tabasqueño incluye cartuchos quemados de otros partidos, así como a personajes acusados de todo tipo de trácalas.
–Ya se está pasando, hermano –apuró Pancracio–, de cuándo acá dejaron el ‘dedazo’ los priistas… Y usted también, De Morena, primero que se vayan al diablo con las instituciones y ahora el diálogo con narcotraficantes…
–Mira Pan necio…
–Pancracio, es mi nombre –aclaró furioso, el aludido.
–Pues Pancracio –atizó De Morena–, de dónde sacaron ese ‘pirruris’ que no es confiable ni para ustedes…
–Pirruris tus…
–Ya se armó –gritó el hermano Silvestre.
–¡Cállese! –intervino Escribano.
–¡Vendido! –reviró el hermano Indalecio.
–¡Viva De Morena! –vociferó Fray Ausencio.
–¡Viva Primitivo! –sostuvo Primitivo y alguien más.
–¡Orden!, ¡A callar! ¡Orden! ¡Ya verán! –amenazó el hermano Profundo, mientras golpeaba repetidamente el escritorio con un mazo de madera–, a partir de este momento se suspende el Capítulo General, hasta nuevo aviso, y comienza un período de penitencia a pan y agua, hasta que sean capaces de comportarse. ¡Iniciarán su propio examen de conciencia!
Se hizo un silencio fúnebre y, por la puerta central, apareció la figura del hermano Severo.
–¡Chin!, ya valimos –musitó el hermano Prosaico