Uno de los sectores que más crecerá en los próximos años será el de las ciudades inteligentes y el internet de las cosas será clave en el proceso. La consultora y analista Gartner publicó un informe en el que pronostica que a finales de este año existirán cerca de 8 mil 400 millones de dispositivos conectados a la red en todo el mundo y para el año 2020 se prevé que sean alrededor de 20 mil millones, pero ¿qué riesgo implica esto?
El internet de las cosas (IOT, Internet of Things, por sus siglas en inglés) es la red de objetos físicos tales como edificios, cámaras de seguridad, transportes, electrodomésticos, vehículos, multitud de aparatos electrónicos, que necesitan sensores, software y electrónica que a través de su conectividad de red les permitan recolectar e intercambiar datos entre ellos, tomando sus propias decisiones para resolver muchas tareas, con el fin de que puedan hacernos más cómodas nuestras vidas, así como proporcionar un mejor entorno de seguridad en diversos ámbitos.
El internet de las cosas es complejo y esto conlleva a que los riesgos todavía sean más complicados. La posibilidad de acceder a datos o tomar el control de artefactos, ahora convertidos en “inteligentes” gracias a las conexiones a internet, es un tema de atención actual de la ciberseguridad. Solo es cuestión de tiempo para que los hackers encuentren las vulnerabilidades de los sistemas.
El intercambio de información de los aparatos inteligentes puede ser utilizado para aprender sobre el estilo de vida y hábitos de las personas, por lo que se debe asegurar que los datos privados no puedan ser comprometidos, la privacidad de las personas debe ser invulnerable, por eso es necesario detectarlo y bloquear las actividades maliciosas.
Teniendo en cuenta este entorno complejo y sus retos, las empresas necesitan invertir mucho tiempo y dinero para una correcta implementación del internet de las cosas, buscando que los artefactos inteligentes sean más seguros; el vacío legal es otro riesgo a todos estos avances tecnológicos porque ni los gobiernos ni las entidades reguladoras van al paso de los cambios.