Llevamos más de un siglo separando las ciudades, los pobladores y hasta la forma de vida en estos conceptos. Parece evidente y simple clasificar en urbano y rural. Creemos metodológicamente adecuado utilizar estas categorías para comparar regiones, países o continentes. Pero ¿son conceptos objetivos o parten de una idea poco clara y comparable? ¿será adecuado utilizarlos ligeramente para planear nuestras ciudades y asignarles presupuestos?
Manuel Castells en su libro “La cuestión urbana” señala términos vagos que no se entendían a la luz del último cuarto del siglo pasado: ciudad, urbano y rural. Se pregunta ¿dónde inicia la zona rural de una ciudad? ¿cuándo una ciudad se convierte en urbana y deja de ser rural? Y la duda llega al término más utilizado ¿qué define una ciudad?
La ciudad puede ser de algunos miles o varios millones de habitantes. Si el factor para definirla fuera su tamaño ¿qué comparten poblaciones de igual tamaño? Si escogemos algunos ejemplos con igual número de habitantes ¿qué comparte Huehuetoca en el Estado de México, Nueva Rochelle en Nueva York y Rouen en Francia con cien mil habitantes? ¿qué comparte Tijuana en Baja California, Barcelona en España y Hamburgo en Alemania con un millón y medio?
Para Castells el problema radica en que ciudad, lo rural o lo urbano sólo tiene sentido por los efectos, utilidad o implicaciones para los habitantes. Hoy en día no es claro lo que significa para los habitantes una ciudad que crezca al 3% anual ni que beneficios genera si llega a los cien mil habitantes. Tampoco hay implicaciones universales para los habitantes de un área rural frente a los del área urbana.
Una ciudad que presume de crecer o de una mayor urbanización implicaría la disminución de lo rural, pero ¿qué significa? ¿es positivo o benéfico para la población? Por lo complejo de lograr una definición objetiva de urbano y rural, parecen términos cercanos a una ideología. ¿Usted qué piensa?