¿Por qué ha sido tan poco festejado el centenario de la revolución que marcó la historia del siglo XX? ¿Qué lección se encierra en este silencio?
1. Aniversario sin festejos. El 25 de octubre se cumplirán 100 años del inicio de la revolución rusa, pero este aniversario se redujo a una conmemoración académica, sin mayores celebraciones populares. ‘The New York Times’ explicaba que esto se debe a que, según algunos funcionarios del Kremlin, historiadores y analistas, el presidente Vladimir Putin detesta la idea de revolución.
2. El lado obscuro del comunismo. La revolución rusa buscaba implantar las ideas de Karl Marx: la de imponer la dictadura del proletariado, en la que los hombres pudieran vivir iguales, sin propiedad privada; un mundo sin pobres ni ricos.
Sin embargo, se transformó en una auténtica dictadura, en la que no había un dictador, sino una ideología totalitaria, con una visión histórica materialista y atea. Fue la dictadura de todo un sistema político y económico, que persiguió cruelmente a las religiones, especialmente a la cristiana. Se estima que el número de muertos bajo los diversos regímenes comunistas (China, Rusia, Corea del Norte, etc.) “se acerca a cien millones”.
3. La historia atrás de la historia. El biógrafo de Juan Pablo II, George Wiegel, explica que la caída del comunismo se realizó inesperadamente de un modo pacífico. Según él, fue posible gracias al Papa polaco, pues este pontífice fue el que encarnó la “revolución de la conciencia moral” que denunció al comunismo, y que por eso fue capaz de aglutinar a pensadores y políticos que dieron lugar al cambio: Vaclav Havel, Ronald Reagan, etc.
Epílogo. No se puede celebrar una ideología que cancela todas las libertades y destruye al hombre mismo. La gran lección de este centenario es que cuando el ser humano abandona los principios morales, se convierte en el depredador del hombre. Entonces, la gran revolución de hoy consiste en conservar la conciencia moral como guía para solucionar los grandes problemas sociales de nuestro tiempo.