Juan Carlos Sámano
Licenciado en Administración, Expresidente del Centro taurino queretano AC. Periodista taurino y asesor del juez en festejos taurinos
El pasado 29 de agosto se cumplieron 70 años de la muerte del ‘Mounstro de Córdoba’. Siete décadas de vacío en la fiesta de los toros, simplemente por el hecho de que está considerado como el más grande, hasta el momento, en la historia de la tauromaquia mundial. Mucho se ha hablado sobre los diferentes factores que influyeron en el estado de ánimo de Manolete en ese fatídico año de 1947. Sin embargo, hay factores que influyeron de alguna manera en el hacer y en el pensar de este diestro, y me refiero a la exigencia del público y a la responsabilidad que implica el ser “figura del toreo”.
Después de ese 2 de julio de 1939, día de la alternativa, Manolete actuó en 50 corridas en 1940 ya perfilándose como torero importante. Entre 1941 y 1942 hizo el paseíllo en 138 tardes. Para 1943 fueron 71 corridas en las que tomó parte destacando las tardes del 29 de mayo, 2 de julio y 15 de julio, tardes verdaderamente memorables en Madrid y que sirvieron para que fuera proclamado IV Califa del toreo en Córdoba. Para 1944 sumó 92 tardes, y en 1945, 71 festejos, debido a la fractura de clavícula sufrida en Alicante. Para fines de ese año y principios de 1946 actúa en 39 corridas, tanto en México, Colombia, Perú y Venezuela, año en que se dedica solo a presentarse en América, toreando solo una vez en España, en la corrida de la Beneficencia el 19 de septiembre.
Para 1947, año de su fallecimiento, vuelve a una segunda temporada a México y Perú, toreando 15 tardes. Regresa a España ya empezada la temporada, actuando en 21 festejos, hasta llegar a esa cita con ‘Islero’, en Linares. Las exigencias que Manolete tenía en cada tarde eran enormes, considerando que tuvo que alternar con figuras como Pepe Luis Vázquez, Arruza, Pepín Martín Vázquez, Fermín Rivera, ‘Parrita’, Domingo Ortega, ‘Gitanillo de Triana’, Dominguín y ‘Armillita’, toreros que salían por todo en cada tarde y que lo obligaban a dar lo máximo. Sin duda alguna las extenuantes temporadas, la constante rivalidad de los alternantes, la presión de su madre, la prensa y aficionados lo hicieron pensar cada vez más en el añorado retiro del cual no pudo disfrutar.