“No pongan tachas a la obra hasta verla terminada.” Alfonso Daniel Rodríguez Castelao
Decían de él que no escuchaba los buenos consejos de quienes le expresaban que por ese camino no. Que era imposible que sus vecinos renunciarían al coche y se pusieran a caminar. Que con sus medidas iba a quebrar al pequeño comercio. Que sus ideas estaban bien para países más avanzados, pero no para nosotros. Que no estábamos preparados para sus cambios.
No. No hablo del actual Querétaro ni de su presidente municipal Marcos Aguilar. Esto pasó en Pontevedra (Galicia, España) y lo decían de Miguel Anxo Fernández Lores, su alcalde.
Todo comenzó en 1999, cuando Fernández Lores ganó la alcaldía de Pontevedra con un programa de gobierno arriesgado: hacer una ciudad centrada en el ser humano y no en el coche.
Conceptos que empezamos a escuchar en Querétaro son cotidianas en esta localidad: ciudad compacta, calles completas, ciclovías, zonas comerciales solo para peatones, circulación a no más de 30 km/hora
La Pontevedra de 2017 es una ciudad donde 66 % de los desplazamientos se hacen a pie. Los niños van solos caminando al colegio. Llevan más de 10 años sin un atropellamiento y sin muertos por incidencias viales. 80% del suelo de la ciudad está dedicado al comercio de cercanía, lo que les permitió soportar mejor la crisis económica que sufrió España. Todo ello con el aplauso internacional, siendo premiada con el ONU-Hábitat, como una de las mejores ciudades del mundo.
El modelo de ciudad compacta que Marcos Aguilar está copiando de otros municipios internacionales no es un proyecto sencillo de aplicar, pero sí es un modelo imprescindible para Querétaro.
Querétaro hoy enfronta retos derivados de su éxito económico: gran crecimiento demográfico, tráfico y una mancha urbana muy dispersa.
En política, como en la vida, todo es discutible y todos prescindibles, pero construir una ciudad con buena calidad de vida; es un reto que no podemos evadir y que necesita de la voluntad y vista larga de cada uno de los queretanos para poder ser ganado.
Estamos a tiempo.
