El atentado, que dejó 13 personas muertas y a más de 100 heridas este miércoles en Barcelona, otorga muchas enseñanzas que también deben ser leídas en Querétaro.
El acto terrorista de ayer no está ligado a una religión. En absoluto. Es el ataque del fanatismo a un modelo de vida basado en los valores de libertad, igualdad y fraternidad.
Odian que queramos vivir en democracia, odian que busquemos el empoderamiento de las mujeres, odian que nos queramos como queramos, odian que nos sintamos libres a la hora de buscar nuestro credo, odian que seamos dueños de nuestras vidas sin hacerles caso a redentores que marquen el camino. En definitiva, odian los valores que fundamentan nuestras sociedades. La de Barcelona y la de Querétaro.
Pero ese odio no es exclusivo del ISIS. También habita dentro de nuestras sociedades. Los ejemplos nos rodean. Ahí está la xenofobia que escupe diariamente el presidente Trump y el fascismo que carcome la democracia en Venezuela.
No seamos cómplices. Cada vez que flexibilizamos los valores que deben regir nuestra democracia, ponemos una piedra más en la construcción de alternativas de odio en cualquiera de sus formas.
Más allá de la repulsa que nos debería causar por sí misma la corrupción, el machismo, la insolidaridad y la desigualdad social, estos problemas son usados como excusas por terroristas y son atajos para caudillos que quieren influir en nuestras vidas.
Jugar a ponerle precio a nuestros valores ya tiene consecuencias para México: dinero público tirado, violencia en nuestras calles, ingobernabilidad de muchos espacios públicos… y, quién sabe, ojalá el terrorismo nunca sea el precio a pagar, pero ninguna nación está libre de caer en fanatismo de grupos sociales y políticos que se escudan en la carencia del ejercicio de nuestros valores para imponer los suyos.
Reitero: ¿Quién se imaginaría hace pocos años la presidencia de Trump, Maduro o el terrorismo de ISIS?
Estamos a tiempo de hacernos firmes en los valores que nos diferencian. Estamos a tiempo de volver a hacer de la libertad, igualdad y la fraternidad, los valores fundamentales de nuestras sociedad. Estamos a tiempo de seguir haciendo de México un país libre de fanatismos.
No seamos cómplices.