Mucho se comenta sobre la falta de público en los tendidos de las Plazas de Toros, inclusive se atreven a vaticinar que la Fiesta Brava está en decadencia. Y coincido en parte con ellos, ya que para revivirla, y después sostenerla, por lo menos en México, no solo es necesario llevar espectadores a que se retraten en las taquillas, sino abarrotarlas de aficionados, labor que resulta por demás titánica en estos tiempos.
Hay que comprender que la Fiesta de los Toros es un negocio y debe generar ganancias. Para ello, se requiere que la mayor cantidad posible de personas adquiera sus boletos. Sin embargo, la Fiesta Brava solo tendrá futuro si gran parte de estas entradas vendidas las adquieren los aficionados.
Entendamos por aficionado a la persona incondicional que va a la plaza motivado por el recuerdo de una faena vivida o por la que vendrá, asiste sin importar el torero o el ganado a lidiar, sin importarle el clima. Generalmente conoce de ganaderías y de toreros, conoce el reglamento taurómaco y ve el toreo no como una diversión, sino como una pasión, inclusive, como una forma de vivir. Tiene la capacidad de observar y analizar todo lo que en el ruedo sucede.
El espectador generalmente no sabe lo que realmente está pasando y lo manifiesta con gritos y comentarios, simplemente para lucirse o llamar la atención.
Retomo lo comentado por Sánchez Neira, hay tres clases de aficionados: el que asiste a menudo, pero no entiende del todo lo que pasa; también el que sabe sobre el tema, pero lo domina la pasión y, por último, el “aficionado inteligente”, el que producto de los años conoce perfectamente detalles como las condiciones de los toros, la lidia que requieren y las cualidades de los toreros.
Sin duda, estamos en una brecha generacional y hace falta ese tipo de aficionado bohemio, enamorado de la Fiesta Brava, que asistió a su primer corrida de la mano de su padre, y que, a través de sus ancestros, asimiló esa afición que se lleva tatuada.
Llegar a ser un “aficionado inteligente” no es fácil. Se requiere de tiempo para poder ver el mayor número de corridas posibles, procurar relacionarse con personas y grupos taurinos, leer mucho, para adquirir un mayor nivel de conocimiento y, sobre todo, constancia para asistir a todos los festejos posibles.