Los humanos somos criaturas de hábitos. Dado que la rutina nos simplifica la vida, nos cuesta trabajo hacerla de lado. Sin embargo, los aprendizajes más importantes se dan exactamente al revés, cuando nos apartamos del sendero conocido y exploramos nuevos terrenos.
Como apuntaba aquí la semana pasada, en un número reciente de la revista Psychology Today se le pidió a varios expertos en conducta que compartieran alguna experiencia personal que los hubiese conducido a algún aprendizaje de vida. Te comparto, lector/lectora, algunos de estos testimonios.
Hazlo mientras puedas. Tim Pychyl, un psicólogo que dirige el Centro de Iniciativas para la Educación en su natal Canadá, revela un consejo que no hace mucho le dio su padre: “Hazlo mientras puedas”. Viniendo de un hombre de 87 años, la recomendación le resultó particularmente significativa.
Para ilustrar la sabiduría contenida en dicha gema, Pychyl recurre a una frase de Martin Luther King: “¡Vamos a continuar!”. Lo que la vuelve especial es que el apóstol de los derechos civiles realizó este emotivo llamado en un sermón pronunciado justo un día antes de su asesinato, sabedor del inminente peligro que corría por desafiar al sistema.
La lección es simple: no te esperes a que llegue el “momento ideal” para decir o hacer las cosas, pues tal vez este nunca llegue. Pychyl apunta al respecto: “Cada momento es un momento en que el futuro y el pasado están en juego; cada momento es el decisivo, el apropiado”.Luego entonces, si tienes planes y sueños, ponles fecha. ¡El calendario no espera!
Art Markman, director de Dimensiones Humanas en la Organizaciones, un programa académico de la Universidad de Texas, narra que siempre le había llamado la atención aprender a tocar el saxofón, pero por una u otra razón no se lo había propuesto. “Cuando cumplí los 30 – relata – caí en la cuenta de que, si no aprendía a tocar el instrumento ahora, lo lamentaría más tarde”. Así pues, empezó a tomar clases con la idea de convertirse en un intérprete más o menos bueno en un plazo de 10 años. “Quince años después – agrega –, toco en una banda y he tenido numerosas experiencias extraordinarias”.
El consejo que Markman da a los adultos jóvenes es “viajar al futuro” y visualizarse cuando tengan 70 u 80 años, lamentando no haber hecho tal o cual cosa en su vida. Después, al “regresar de tu viaje en la máquina del tiempo”, podrás decirte: “Esto que quiero hacer, lo voy a hacer ahora, no cuando se ya demasiado tarde”.
Aprende a ser un buen observador. Siendo aún muy pequeño, Joe Navarro y su familia llegaron como refugiados a Estados Unidos huyendo de Fidel Castro. “No saber inglés – refiere –, fue sin duda un obstáculo, pero también una bendición, pues aprendí así a observar; no solo ver, sino a observar”.
Desarrollar esta habilidad le significó un cambio fundamental, ya que el lenguaje de la comunicación no verbal le permitió tomar conciencia de cosas que de otra manera hubiese dado por sentadas. “Aprendí a darme cuenta de a quién le caía bien y quién me toleraba y, mejor aún, a quién no le agradaba y podría causarme algún daño”.
Yo aprendí esta lección no cuando niño, sino muchos años después, cuando cursé una especialidad en ‘coaching’. Vito Sgobba, un argentino genial que vino a Querétaro a instruirnos a un grupo de consultores empresariales, me enseñó a escuchar a las personas más allá de lo que dicen y aponer atención a lo que dan a entender sin decirlo e indagar lo que piensan o sienten.
Esta habilidad me ha sido sumamente útil en mi labor como profesor universitario y facilitador de grupos. Mi entrenamiento me permite, por ejemplo, interpretar de manera más efectiva el significado de un silencio o una mirada. En situaciones así suelo comentar: “No te veo muy convencido, Chema, ¿qué es lo que no te está haciendo sentido?” o “Tienes cara de que quieres decir algo, Regina, ¿qué es lo que nos quieres compartir?”
Aprovechar oportunidades como estas hace sentir a las otras personas que uno está atento a sus ideas, emociones y sentimientos y que valora aquello que tengan que decir. Se crea a la vez un clima en el que tus interlocutores sienten la confianza de expresarse sin temor a ser juzgados.
Aprender a observar nos ayuda también a experimentar a plenitud el instante presente y volvernos conscientes de todo cuanto sucede a nuestro alrededor. Evitaremos así la distracción y el ensimismamiento, que son el enemigo número uno de la apertura, la comprensión y la empatía.
(*) Doctor en Comunicación por la Universidad de Ohio y Máster en Periodismo por la Universidad de Iowa