El 18 de agosto del 2015 el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cerró abruptamente la frontera con Colombia porque se estaba saqueando a su país aprovechando el diferencial cambiario, que en esta oportunidad favorecía a los habitantes del lado colombiano.
A los tres días expulsó a miles de colombianos con documentación al día y a otros que estaban ilegales provocando una crisis humanitaria que obligó a la presencia de funcionarios de la OEA (Organización de los Estados Americanos) y la ONU para analizar los hechos y condenar el comportamiento.
Maduro, que no tiene pasado, supuestamente es colombiano, olvidó que hasta mediados de la década de 1980 los venezolanos venían por ejemplo a Cúcuta y se llevaban la ropa por docenas; la comida por bultos y cerraban los burdeles entre dos o tres porque el bolívar, la moneda venezolana, tenía un mayor poder adquisitivo.
Curiosamente más del 50 por ciento de los venezolanos, se dice que tiene raíces colombianas, y hasta ese momento, según el vaivén económico, los habitantes se movían libremente de un lado y otro de la frontera sin problemas. Más de un presidente venezolano es de padre o madre colombiana o nacido en territorio patrio.
Los venezolanos siempre han sido pésimos trabajadores y los extranjeros, colombianos, portugueses, italianos y españoles habían sido siempre los que arañaban la tierra o montaban empresas para mantener en actividad el aparato productivo del vecino país.
El gobierno venezolano subsidió muchos productos lo que implicaba que los mismos tuvieran un valor muy bajo al consumidor, circunstancia que aprovechaban los habitantes de frontera para adquirir productos importados y nacionales a buen precio y de buena calidad.
El precio de la gasolina venezolana es el más barato del mundo, al punto que es más costoso adquirir un litro de agua que un galón de carburante lo que hizo que se diera un comercio ilegal en gran escala donde la Guardia Venezolana era el mayor contrabandista en sociedad con bandas criminales de Colombia, denominadas bacrim.
Con la llegada en el inicio del siglo XXI del general Hugo Rafael Chávez Frías, de tendencia comunista, al poder se dio otro fenómeno: la insurgencia colombiana cometía un delito y se pasaba el otro lado de la frontera, donde era protegida por las fuerzas militares venezolanas, lo que era vox populi.
Lo anterior conllevo muchos roces entre los presidentes Álvaro Uribe Vélez (Colombia) y Chávez quienes mal asesorados hicieron de la frontera un polvorín social. La tendencia de gobernar desde las capitales mostró que los dignatarios desconocen la problemática de la frontera.
La muerte intempestiva de Chávez fue el peor de los males porque entonces se encaramaron en el poder Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, el poder tras el poder, quienes se eternizaron en los cargos poniendo al país a punto de estallar en una crisis civil de altas magnitudes.
En los últimos meses los venezolanos violentaron las barreras de la Guardia Nacional, para adquirir alimentos y otros productos de la canasta familiar como papel higiénico y medicinas, porque en Venezuela no se consigue nada y lo peor que puede ocurrir a una persona es ponerse enferma y salir de día o de noche a buscar asistencia médica porque el hampa es la reina de las calles.
El fenómeno de la década de 1980 se repite y los venezolanos saquean los locales comerciales buscando alimentos ante el beneplácito de los comerciantes. No llevan mucho, porque la depreciación de la moneda no lo permite y tienen que venir cada semana a llevar alimentos. Se dice que la primera vez que se abrió la frontera llegaron más de 50 mil venezolanos a buscar productos alimenticios para atender sus necesidades primarias.
Los venezolanos esperan por estos días la aprobación del revocatorio presidencial de Nicolás Maduro, pero el Tribunal Supremo Electoral (TSE) lo maneja el Gobierno, que se dio el lujo de aprobar el presupuesto para el 2017 función que debía hacerlo la Asamblea Legislativa, pero que el mandatario desconoce. Todo apunta a que Nicolás Maduro, mejor dicho Diosdado Cabello, continuará en el poder. Dios salve a Venezuela y a Colombia, por tener un vecino tan incómodo.
Por: Pedro L. Jáuregui Ávila
