La mayoría de los seres humanos intenta por todos los medios posibles no cometer errores, al igual que evitar a toda costa el sufrimiento, como si esa programación no existiera dentro de los límites de su entendimiento y sus deseos; sin embargo, es ese estadío el que viven la mayoría de los días, de allí que probablemente tenga como génesis el asunto de la vida como un continuo aprendizaje.
Todos los días los hombres adquieren nuevos conocimientos, información que tuvo quizás como origen el error y la equivocación.
Ahora, ¿será verdadero que se obtiene algún aprendizaje por las equivocaciones ajenas? O ¿los seres humanos tienen que vivir de modo empírico determinadas circunstancias para generar conocimiento en sí? Sea cual fuere el camino, los seres humanos viven para aprender, y de este aprendizaje continuo se puede generar la conclusión de ¿qué aprender? Una posible respuesta es simplemente a vivir, pues parece ser que la vida le coloca a cada uno de los individuos numerosos obstáculos que superar. La vida suele ser para todos, al menos por momentos, un duro y difícil camino, un sendero lleno de dificultades, en el cual solo por momentos se podría encontrar alguna paz.
Los seres humanos suelen tener más presentes las circunstancias que se presentaron en forma de dificultades, que las escenas en donde haya encontrado la felicidad, esa felicidad que se presenta de vez en cuando en la vida de los hombres, esa felicidad que parece ser una meta inalcanzable. Ser feliz con plenitud suele ser solo un sueño para gran cantidad de seres humanos, ya que parece ser únicamente un invento de la literatura que concluye con el encuentro del amor y lograr el éxito reflejado por medio del dinero.
Las vivencias que marcan a los hombres parece ser que tienen una estrecha relación con las equivocaciones y el sufrimiento, ya que si los hombres quieren aprender, tendrán necesariamente que cometer errores, y en algunos de esos traspiés se puede ir la vida misma.
Y así millones de seres humanos deambulan por la vida temiendo equivocarse, tratando de escapar en todo momento a las situaciones que le ocasionen amargura, los seres humanos viven con miedo, y probablemente el mayor miedo que se les presente sea el de conocerse a sí mismos, el de saber quiénes son en realidad, qué es lo que quieren y qué es lo que no. Los hombres escapan de sí mismos en todo momento, evaden la realidad de lo que son en realidad y tratan de convencer, por medio de cómo los perciben los demás, su propio yo, el yo soy.
Soy lo que la sociedad dice que soy, de allí que expresiones tales como ‘como te ven te tratan’, sean consideradas como verdaderas, sin embargo, dicha proposición es una falacia que atenta con varios derechos de los individuos, los hombres no quieren conocerse a sí mismos, pero juzgan a los otros por simples frivolidades como las apariencias, sin considerar que cada individuo es un universo de sentimientos, de creencias, de vivencias, por lo que en su soledad, los hombres crearon las sociedades, para aburrirse juntos, para juzgarse, para estar solos en compañía.
Para Pitágoras, la vida era similar a las personas que asistían a los juegos olímpicos, en los cuales había distintos tipos de personajes, varios de ellos asistían con la finalidad de ganar las joyas y los premios que se otorgaban a los vencedores, otros concurrían para vender sus productos y mercancías a los asistentes, y otros simplemente para ver que ocurría, y estos últimos eran los que le parecían los más nobles.
En la actualidad, también hay los hombres que perciben la vida como una competencia, e intentan sin más ser el vencedor, tener más que el otro, ser mejor que el otro, y su cosmovisión del aprendizaje de la vida es la competencia y el duro camino para lograr la cumbre, la felicidad. Por otra parte, están aquellos seres que, al igual que los asistían a los juegos olímpicos con el simple móvil de la curiosidad, perciben la vida como un simple a ver qué ocurre y aceptar de ella el error y el sufrimiento, ya que sin duda son elementos naturales a la existencia de los seres humanos.
